jueves, 23 de noviembre de 2017

CLÁNICOS, TRIBALES, NACIONALISTAS

Con la especie humana, la naturaleza puso en juego una nueva herramienta de evolución. La lenta selección, los mecanismos de ensayo error, y tantas otras estrategias para el cambio, venían a ser complementadas con la cultura, esa capacidad de transmitir, de construir permanentemente, de cambiar.  Cierto que es una herramienta imperfecta, capaz de producir avances y retrocesos. Pero lo novedoso, lo que tiene de diferente, es la relativa inmediatez en el cambio. Gracias a ella, la especie humana ha conseguido lo que ninguna otra; romper, sin que ello conlleve una transformación fisiológica, las limitaciones naturales. No tenemos alas, pero podemos desplazarnos de un punto a otro del planeta por el aire. No tenemos aletas, ni respiramos por branquias, pero podemos atravesar los mares, tanto por superficie, como bajo ella. Mientras el resto de seres vivos del planeta reproduce, con lentas modificaciones estrategias, modos, conductas, los humanos como seres culturales, o sea, como seres lingüísticos, incorporan los cambios a un conjunto que es algo más que una mera amalgama. La construcción cultural  en lugar de una mera suma sobre lo existente, es una depuración constante, más semejante a un organismo vivo en permanente cambio.

Esa cultura -ese bagaje y esa capacidad- nos ha otorgado la posibilidad de modificar la manera en que los llamados comportamientos naturales se mantienen o cambian. En la mayoría de seres vivos, que no tienen un medio sofisticado de traslación de experiencias cual es el lenguaje, los avances individuales no se extienden al conjunto de la especie. En el ser humano sí, y no solo entre coetáneos, sino que, gracias a la expresión escrita del lenguaje, también entre generaciones diferentes, separadas por lapsos de tiempo que pueden llegar a milenios.

También el modo de organización, desde lo clánico, pasando por  lo tribal y hasta formas complejas de estado, la sociedad se ha estructurado desde el núcleo primigenio, básico, hacia modelos de mayor interacción. Hasta ahora, esa evolución parecía responder a un patrón de ruptura de límites, hacia una dimensión cada vez mayor del grupo. No faltan quienes,a la luz de la facilidad de comunicación global actual, plantee que el territorio planeta habría de ser la unidad política adecuada.

Frente a esa dinámica colaborativa, que puede ayudar a extender el bienestar a zonas hoy depauperadas, dado que el primer escalón para la eliminación de las desigualdades es la conciencia de su existencia (y hoy, todo se ve), hay grupos que pretenden, desde una concepción egoísta, un repliegue. Escucho los intentos de explicar su postura (aunque me suenan siempre muy hipócritas), pero sinceramente no me entero. Igual si volviéramos a lo gutural.




jueves, 5 de octubre de 2017

LA INDEPENDENCIA COMO BÁLSAMO DE FIERABRÁS

Claro que estoy preocupado. Y en doble sentido además. Preocupado por la inutilidad de los dirigentes políticos teóricamente responsables del devenir del conflicto (hablemos claro) abierto entre la dirigencia de la Generalitat y la del Gobierno Central. Preocupado por las consecuencias, inmediatas y mediatas, de una declaración unilateral de independencia de Cataluña, hasta hace poco casi una quimera, hoy un riesgo real. 

Rajoy y su equipo, Puigdemont y el suyo, incapaces de encontrar una salida razonable a un proceso que no puede acabar con la independencia real de Cataluña, pero que está abriendo una brecha dentro de la propia ciudadanía catalana, y otra entre buena parte de esa ciudadanía y la mayoría de la del resto de España, han ido enrocándose en sus respectivas posiciones y produciendo monólogos, más que paralelos, divergentes.

Sigo pensando que el germen de la situación actual está en el compartido interés inicial (en un momento histórico concreto) de las derechas nacionalistas (centralista una, centrífuga la otra) que representaban entonces el propio Rajoy y el que fuera President, Artur Mas, por proyectar una tensión que a ambos les proporcionaba réditos electorales en sus respectivos territorios necesarios. Eso queda ya lejos. El equilibrio hace tiempo que saltó por los aires.

¿Qué hacer en este momento? ¿Es posible reconducir esta trayectoria que parece llevar a la declaración anunciada y la consecuente represión por parte del aparato del Estado? Que no es fácil ya lo sabemos. Pero lo que nadie puede negar es que es necesario y, en verdad, la única salida real, factible. O hay acuerdo o lo hay porque Cataluña no va a ser independiente por esta vía ilegal y carente de toda legitimidad democrática, ni el Gobierno Central puede mantener una situación de tensión indefinida controlada con la acción judicial y policial. Por tanto, antes o después, el acuerdo se tiene que producir y los actores políticos (por más que mediocres), lo saben. 

Ocurre, con todo, que armarse para ese ineludible horizonte de acuerdo, adquirir fuerza frente al otro para arrancar más y mejores conquistas, está sometiendo al conjunto de la sociedad, a la ciudadanía, a una tensión de tal magnitud que, más allá de la posibilidad de un incidente irreversible en cualquier momento, está generando una dificultad objetiva creciente para el acuerdo.

Alguien tiene que preguntar entonces cuál es el límite. ¿O es que hemos olvidado ya que estas dinámicas pueden conducir a un enfrentamiento armado? Nadie va a verbalizar siquiera que tal posibilidad exista, al tiempo parece que algunos estuvieran empeñados en llegar hasta esa orilla. ¡Basta! Ya hay suficientes elementos de presión en el tablero como para que acabe el gallear, por el bien de todas y de todos.


viernes, 22 de septiembre de 2017

EN MINORÍA

La última de mis publicaciones, antes de acometer el proceso electoral a la Secretaría General del PSOE Huelva, quedó interrumpida por el dolor de los atentados de Barcelona (hoy Barcelona continúa doliendo, por aquellas muertes, por el presente inaudito). Solo el título permaneció: "LA VENTAJA DEL PODER". Ahora que el proceso de recogida de avales terminó, tengo mucho más conocimiento de cuán grande era esa ventaja, al tiempo, de cuán necesario es un cambio en profundidad.

Queda claro, aquello que defiendo está hoy en posición minoritaria. Sean cuales sean las razones, nuestra candidatura no obtuvo el número de avales suficientes (dejaremos para otra ocasión la cuestión de las irregularidades y el recurso pendiente). Hubo más militantes dispuestos, dispuestas a dar su respaldo público para convertirlo en candidato al hasta ahora Secretario General que a quien suscribe. E, insisto, más allá de los motivos, ese dato, sin ser desde mi punto de vista el equivalente a una elección mediante voto secreto, y por lo tanto libre, sitúa la posición de continuidad como mayoritaria.

No puedo sino lamentar que no se haya llegado al acto de votación que constituye la razón última de este proceso. Mucho habrá de hablarse sobre ese empeño por acogerse a la Transitoria Primera de los Estatutos solo con la finalidad de dificultar la aparición de alternativas al poder existente. Véase que, en aquellas provincias donde no repetía en su aspiración el anterior Secretario General, la anterior Secretaria General, el reparto de avales ha sido algo más equilibrado. Por mucho que se empeñe en negar tal condición, el aparato, como estructura coordinada, existe y ejerce su capacidad de presión, no tanto por cuestiones teóricas, ideológicas o programáticas, cuanto por supervivencia en el poder (por mucho que este sea referido a una parcela muy pequeña).

Tengo que confesar que cuando una persona (y otra, y otra, y otra...) te espeta aquello de "no puedo avalarte, aunque sí te votaré", y explicita que la aparente contradicción es debida a presiones de cualquier tipo (cuando no a algo aún más deleznable como el engaño), las convicciones se zamarrean hasta un punto casi de fractura. Solo el fuerte anclaje reflexionado, comprometido, puede aguantar tormentas de ese tipo. Es mi caso. Y advierto a quienes quieran ver en esta descripción (somera, no crean, podría ser más cruda) de los mecanismos autoritarios una especie de "mal perder" que pinchan en hueso. Recomiendo entonces un mirarse a los ojos ante el espejo, si después de eso se mantiene impasible ese discurso, solo me cabe dar la enhorabuena (¡ya eres un político, una política profesional!, cabría decir).

En cualquier caso, desde esta posición hoy minoritaria, no vamos a abandonar la defensa de nuestras ideas, de nuestro modelo, porque lo entendemos mejor, más justo, más útil para los propósitos del socialismo. Nadie espere melancolía, ni debilidad.



Pd: En minoría, peno no solo. Agradezco a las más de 500 personas que me avalaron su confianza, reconozco su valor, comprometo permanecer en la senda, como uno más de quienes caminamos en pos del ideal socialista. Un fuerte abrazo.

sábado, 19 de agosto de 2017

LA VENTAJA DEL PODER (UN ARTÍCULO APLAZADO POR EL DOLOR)



El dolor por la pérdida de vidas humanas, personas inocentes que nada tienen que ver con la génesis o el desarrollo de los conflictos en cuyo nombre, supuestamente, han sido asesinadas, se acrecienta -es natural- cuando es provocada en nuestra proximidad, entre la gente y los espacios que nos son cercanos, familiares. En eso estamos estos días, en gestionar el impacto, la pérdida, el sufrimiento, la rabia inevitable y peligrosa. En reconvertir toda esa amalgama de lacerantes sentimientos en refuerzo para nuestro convencimiento democrático. Frente a la amenaza, libertad. Frente al fanatismo, racionalidad. Frente a cualquier tipo de violencia, búsqueda de la justicia social siempre.

Mi intención era escribir sobre el proceso electoral interno del PSOE, pero mi mente no está ahora en eso, está en imaginar el dolor de las familias, el sufrimiento de las personas heridas, la conmoción de toda una ciudad, de todo un país, que contempla desde la incapacidad de entender cómo otra vez ven truncada su existencia gente que podríamos ser nosotros, que somos nosotros en cierta forma.

Otro día, aplacado en parte el dolor, en el convencimiento de que la normalidad debe imponerse como peaje para el triunfo de la democracia, volveremos al proceso que nos ocupa. Hoy todavía en medio de la consternación, solo las víctimas deben ser objeto de nuestro pensamiento.  

martes, 8 de agosto de 2017

PARA QUÉ ME PRESENTO. 1) LISTAS ABIERTAS

El mecanismo por el que una organización política determina quiénes han de ser los que ocupen cargos de responsabilidad es un perfecto retrato de su salud democrática.

Supongamos que un órgano de dirección inicia un proceso "consultivo"; que se pide a las, en nuestro caso, asambleas locales que se pronuncien sobre las personas que, a juicio de la militancia, deben ser nuestros referentes en un proceso electoral. Ahora imaginen que días antes de que tal proceso de consulta comience, un medio de comunicación haga público el resultado, de hecho publique la lista electoral tal como finalmente quedará. No hace falta darle muchas vueltas para entender que, en este caso, la salud democrática está bajo mínimos, por no decir directamente que no existe. No solamente se ha confeccionado la candidatura sin tener en cuenta la opinión de la inmensa mayoría del Partido, se les ha faltado el respeto al conjunto de militantes que, han debatido, han aportado otros nombres, en la buena fe de que estaban contribuyendo, que estaban construyendo colectivamente.

Esas prácticas deben ser erradicadas. Tanto desde un punto de vista ético (el principal), cuanto desde una perspectiva pragmática.

Las vigentes resoluciones del 39º Congreso Federal abren la puerta a formas realmente participativas, más democráticas dentro del PSOE. Fórmulas que deben ser exploradas y aprovechadas en todo su potencial. Para ello, una primera propuesta es la de introducir el procedimiento de listas abiertas en todos los procesos de elección, tanto orgánicos como institucionales, de candidaturas en tanto no sean de un conjunto que se entienda debe ser cohesionado.

LISTAS ABIERTAS

Ya lo hemos determinado así para la elección, por ejemplo de candidatas y candidatos a las alcaldías. Se presentan las compañeras y los compañeros que lo deseen, explican sus respectivos proyectos y las asambleas locales deciden por el procedimiento de voto universal y secreto.

¿Qué nos impediría hacerlo para una propuesta de candidatura al Congreso o al Senado? Nada. En cuanto se ratifiquen por los órganos correspondientes (mero trámite como ya ocurre con la Secretaría General), la lista, mayoritariamente respaldada, se convierte en auténtica representación de la Organización.

Eso tiene muchas consecuencias. Solo voy a resaltar dos. La primera, que el "control" deja de ser aristocrático para pasar a ser democrático. La segunda, que con mucha mayor probabilidad, las elegidas, los elegidos serán las mejores, los mejores (no diré que quienes hubieran sido designados por otro método no lo fueren, eso es posible). Cuando las personas son respaldadas masivamente en una organización han tenido que demostrar sus valores, hay de facto una selección democrática.

EL "CONTROL" DEJA DE SER ARISTOCRÁTICO Y PASA A SER DEMOCRÁTICO

No veo inconvenientes a este modelo. Sí tengo claro que es mucho más coherente con lo que significa ser socialista.



miércoles, 2 de agosto de 2017

¿POR QUÉ ME PRESENTO?

En estos días, tras anunciar mi propósito de concurrir al procedimiento para la elección de Secretario o Secretaria General del PSOE Huelva en calidad de candidato, la primera pregunta que se me ha formulado con más frecuencia es esa, por qué (inmediatamente después, un para qué fundamental). Es no solo una cuestión procedente, sino imprescindible. Debe ser explicada con claridad.

Una obviedad por delante, soy socialista. Participo, pues, en un proceso interno que se desarrolla entre compañeras y compañeros. Entre militantes que comparten una base ideológica común, un programa común definido en las resoluciones congresuales y, al tiempo, debaten sobre la concreción en cada territorio, en cada ámbito, desde ópticas diferenciadas sin dejar de pertenecer a una misma organización.

SOY SOCIALISTA

Siempre he defendido nuestra posición de izquierdas como la mejor para ofrecer a la inmensa mayoría de ciudadanas y ciudadanos una herramienta de defensa de sus derechos e intereses, de conquista de nuevos horizontes, en última instancia de búsqueda de la Justicia Social.

De entre las características que definen ese ser de izquierdas, una de las principales es la del valor predominante de lo colectivo, lo construido entre todas y todos, lo que pertenece al común y contribuye a equipararnos, a reducir el impacto de la injusta desigualdad. En coherencia con esa idea, la participación interna en nuestra organización política se convierte en la piedra angular de la acción política que debe identificarnos. Sin ella, cualquier partido se convierte en una estructura piramidal (véase la derecha española, sin ir más lejos) contraria a todo cuanto entendemos debe caracterizar al PSOE.

LA PARTICIPACIÓN COMO PIEDRA ANGULAR

Esa participación, esa construcción compartida, nos implica en el proyecto político como actores, nos dignifica, reconoce el valor de cada aportación, desde la más modesta, hasta la más innovadora, nos hace más fuertes para defender derechos y libertades hoy en claro riesgo por la ofensiva de la derecha financiera y neoliberal.

Ahí está la principal razón que me impulsa a pedir a mis compañeras y compañeros el respaldo para llegar a la Secretaría General del PSOE Huelva, llegar a tener la posibilidad de construir entre todas y todos un renovado proyecto para nuestra organización, y, de esta forma, dotarnos de una mayor capacidad para presentar a la sociedad de Huelva, a nuestra provincia, una propuesta mejor cada día, más inteligente por ser diseñada con la aportación de todas y todos, más pegada a la realidad, factible sin dejar de ser ambiciosa, honesta, transparente, que sea evaluada para mejorarla y adaptarla a cada nuevo reto, a cada nueva conquista necesaria.

CONSTRUIR ENTRE TODAS Y TODOS

Hay un montón de buena gente, gente preparada, comprometida, entregada, deseando aportar su grano de arena a esta tierra fértil que queremos más justa cada día. A eso nos comprometemos, a dar la palabra, a favorecer la implicación, siempre desde el respeto. Esa es la raíz de nuestra propuesta, por eso doy el paso adelante, desde el cariño hacia las siglas que nos definen, hacia nuestra historia que me enorgullece, por eso me comprometo con todas vosotras, con todos vosotros.  Por eso me presento.


lunes, 29 de mayo de 2017

PAISAJE TRAS LAS "PRIMARIAS"

El PSOE, tras un proceso de debate interno, externalizado, duro a ratos, salpicado de francotiradores (desde dentro y desde fuera) empeñados en enredar el escenario en función de las preferencias de grupo o particulares, se ha dotado de un nuevo Secretario General, Pedro Sánchez, y de un programa político que el entonces candidato representaba, publicado, conocido.

¿Cuál es el paisaje tras las elecciones directas a la Secretaría General (que no Primarias)? Tras un primer momento de cierto estupor, de sorpresa, tanto por el resultado, cuanto por los márgenes de diferencia en el voto, se ha instalado un mensaje lógico, sensato diría yo. Hay ganadores, no perdedores. Todas y todos somos socialistas y compartimos un núcleo ideológico esencial que es el que nos define. Toca aunar fuerzas para lograr convertir las propuestas en acciones. Eso conlleva un objetivo inmediato, obtener la confianza ciudadana, y con ello el gobierno de las instituciones desde donde es posible hacer.

El Congreso Federal tiene un mandato claro. Adaptar la Ponencia Marco al documento refrendado por el voto mayoritario de la militancia socialista. Eso implica engarzar las diferentes ópticas sin desvirtuar los ejes fundamentales de la propuesta respaldada. Es un trabajo importante, que debe realizarse con inteligencia, desde el compromiso y la generosidad, pero sobre todo con inteligencia.

Urge también que la organización en su conjunto, cada dirigente en particular, entienda que este proceso no ha sido un paréntesis, una especie de sarampión que se pasa y, todo lo más, te deja leves marcas en la piel. Eso sería una ingenuidad. El desarrollo de los acontecimientos, las decisiones tomadas en su transcurso, el resultado final, conllevan una nueva perspectiva, un distinto paisaje.

Y en ese escenario, hay figuras que pretenden permanecer como si el libreto no hubiese cambiado. Creen que basta con cambiar el vestuario, el maquillaje, para seguir siendo protagonistas. Craso error. Es el tiempo de la asunción, del verdadero compromiso, el que conlleva la generosidad de primar los intereses colectivos frente a los particulares. Del texto Ponencia al texto Resoluciones habrá un cambio sustancial. Cambio que conlleva cambios. Cuanto antes lo entiendan quienes interpretaron un papel que ahora no encaja, mejor. Nada ocurre por retirarse tras las bambalinas y, desde allí, seguir trabajando con todas las fuerzas.

Tienen razón quienes afirman que las primarias (insisto, la elección directa del Secretario General) han terminado. Pero no quien lo asevera para pretender que nada cambió. Toca demostrar que lo importante es la Organización, el PSOE, por la gente que nos necesita. 


domingo, 14 de mayo de 2017

SOCIALISTAS DESPUÉS DEL SOCIALISMO

La editorial de El País de hoy, "Izquierda en apuros", tras analizar las posibles causas de la debacle de la socialdemocracia en el mundo occidental, concluye, poniendo a Macron como ejemplo, que para volver al poder, el camino lo ha marcado el dirigente francés: fuera clichés ideológicos, fin de las rigideces organizativas propias de los partidos y puesta en marcha de medidas tendentes a ocupar un centro progresista, alejado de los radicales de izquierda y derecha para ocupar un espacio refrendado por mayorías de progreso. 

Y es posible que, como estrategia para volver al poder sea, a corto plazo, efectivo lo propuesto. En última instancia una suerte de socialistas sin socialismo. Creo también que es bueno que esto se verbalice. Si de lo que se trata es dejar atrás el "cliché ideológico", desprendiéndose de "rigideces", o sea de licuar la política, haciéndola flexible a las tendencias demoscópicas y, manteniendo un barniz de "centro progresista", adaptar la oferta a los requerimientos (supuestos, por mucho que analizados) de la mayoría social moderada, dígase. Eso clarifica el debate.

Dos cosas resalto de las muchas otras que habría que oponer a la tesis que se nos presenta. La primera es sencilla. Una formación política quiere el poder para transformar la sociedad de acuerdo con un proyecto ideológico concreto, no recorre el camino contrario, construir su mensaje para conquistar el poder. Eso no deja de ser un tipo de populismo con todos los ingredientes (la dicotomía aquí es moderados de centro progresista frente a radicales de derecha e izquierda). Eso sí, un populismo líquido. Porque para una formación política (Macron no la tiene, la construye después) la conquista del poder no es el objetivo. Cierto, sin lograrlo, su capacidad de influir se reduce al mínimo (o a lo mejor, no tanto). Pero la verdad es que, si para ganar, debes aparcar tu esencia y poner en marcha políticas concretas que contradicen lo históricamente propuesto, al menos la decisión debe ser consciente, formulada explícitamente y refrendada. Alabo en ese sentido la coherencia de la línea editorial de El País. Fuera máscaras.

En la dirección apuntada, se olvida en el discurso editorial que el gran problema que ha convertido a los partidos socialdemócratas, en muchos lugares, en formaciones en clave de derrota ha sido la falta de coherencia. En efecto, entre lo propuesto y lo realizado (con todas las justificaciones que se quieran) se ha abierto un abismo de tal magnitud, que el discurso socialista se ha vuelto poco creíble. De inmediato, han surgido propuestas nuevas, por tanto no contrastadas, por tanto no incoherentes aún, por tanto aún creíbles, que han ocupado parte del espacio tradicional de los partidos socialistas democráticos. Cabe, a partir de ahí, tomar dos caminos principales (dejo los matices por razones obvias). Aquel que conduce a variar el discurso para adaptarlo a las expectativas detectadas, o el que nos remite a recuperar esa coherencia entre los objetivos y la praxis, sin renunciar al fundamento ideológico. Y sí, toca decidir.   

                                          Resultado de imagen de incoherencia del socialismo el roto

domingo, 7 de mayo de 2017

PRIMARIAS POR QUÉ

La editorial de El País de este sábado pasado llevaba por título "Primarias para qué". Su tesis central giraba en torno a los dos peligros que "destacan particularmente" en el futuro inmediato del PSOE. El primero se referiría al "intento" de hacer aparecer el proceso de elección directa de secretario o secretaria general como una lucha entre aparato y militancia, al modo de las dualidades populistas de casta y pueblo. La editorial rechaza tal antagonismo, desde el momento en que considera tan militantes a quienes ostentan cargos cuanto a quienes no. "Negar esto (aprovecha para decir) es tanto como negar la democracia representativa."

El segundo peligro pasa por la polarización de "buenos" frente a "malos", izquierda auténtica frente a la viciada e inmoral. Disparidad rechazada de manera categórica por la falta de credenciales de izquierdismo de aquellos y lo burdo de la descalificación.

Frente a esos peligros, se señala, se hace necesario recordar que "las primarias" (que ya hemos dicho que no lo son) tienen como objetivo "elegir a aquellos equipos mejor capacitados para llevar el partido a la victoria en las urnas". Frase que requiere de un artículo en exclusiva para su análisis crítico.

A nadie se le oculta que El País tiene su opción. Es legítimo. Además, no lo esconde.

Sin embargo, quisiera formular una pregunta previa al para qué que formula el diario. En efecto, la cuestión original sería por qué, ¿por qué un proceso de elección directa del secretario o secretaria general y no uno democrático representativo vía congreso? He ahí, realmente, el quid de la cuestión.

¿Es necesaria la democracia representativa en una organización política? Afirmo que es ineludible. No sería operativo un sistema asambleario puro en el que cada decisión hubiera de ser sometida a aprobación colectiva. Se elige, se delega, se controla, se piden cuentas y se vuelve a elegir. Ese proceso es el único que permite conjugar democracia y operatividad. Ahora bien, la elección primera se hace en base a propuesta, a contrato pues. Las resoluciones de los órganos colectivos deben ser norte y guía que solo podrían ser objeto de modificación -para la adaptación a una realidad cambiante- previa consulta. Y, por otro lado, para evitar tentaciones, las listas a los esos órganos colectivos habrían de ser abiertas, para que prime la valía de quienes se presentan frente a otras consideraciones.

La elección directa de los órganos unipersonales por el conjunto de la afiliación viene a introducir un elemento de participación de compromiso, y de respuesta directa, que mejora enormemente la calidad democrática de los partidos. ¿Es una fórmula que garantiza que la elección por la militancia equivale al apoyo masivo en las urnas? Por supuesto que no. Claro que la elección indirecta en un congreso, tampoco.

El auténtico peligro para los partidos cuyo modelo es en exclusiva el de la democracia representativa (con listas cerradas, además), es el caudillismo, la conversión en una organización de corte presidencialista, en el que los órganos intermedios pierden capacidad de decisión y tienden a convertirse en meras claques, con casi inexistente función crítica. Hay quien dirá que exagero. Estoy en condiciones de poner ejemplos claros, si lo necesitan obviamente.

Por tanto, solo habrá contraposición entre aparato y militancia si el aparato utiliza su posición para perpetuarse en los cargos. Solo habrá cohesión si nadie acusa de derechismo a nadie, ni se tilda de acomplejado (hay que entender con relación a Podemos) al que no representa la esencia del partido cien por cien. Si, sí, puede que sea una quimera, pero ¿acaso el socialismo no consiste en eso, en construir un camino hacia la quimera?

 

martes, 11 de abril de 2017

MACHISMO: ACCIÓN GLOBAL FRENTE A HIPOCRESÍA

Asisto con dolor al conocimiento de otro crimen machista en nuestro país. Esta vez en Almería. Una joven veinteañera (con toda la vida por delante), ha sido asesinada por su ex pareja, también joven, que, a su vez, ha acabado suicidandose por ahorcamiento. Lejos de asistir desde la frialdad de la distancia a este crimen como un acto execrable más, procuro imaginar qué puede llevar a un hombre a matar a una mujer y acabar después con su propia vida, con objeto de compartir una reflexión sobre la manera en que podemos acabar con esta sangría que sufren las mujeres. 

Colijo, en primer lugar, que debe anidar una desesperación muy grande en la mente del individuo para llevar a cabo esas acciones. ¿De dónde surge? Y aquí generalizo en la respuesta. Creo que la construcción de un pensamiento del dominio y pertenencia que caracteriza a una gran cantidad de hombres está en la base de la incapacidad para gestionar el posible dolor que una decisión de la mujer, en el ejercicio de su libertad incuestionable, pueda provocar. Así, en lugar de aceptar, el rol conformado impele a la negación, a la coerción, a la violencia, en caso extremo, al crimen. No se trata en absoluto de justificar, cuanto de explicar para acabar con esa infamia de manera colectiva. 

Conviene aquí la referencia a la hipocresía. Buena parte de la sociedad se lamenta, reprueba, condena los actos de violencia machista. Y con seguridad se hace desde la sinceridad. Pero un momento después, ese rechazo se diluye y no da lugar a la necesaria coherencia en la conformación, defensa y práctica de los valores colectivos asociados. Continúa, desde múltiples frentes, la proyección de la figura de la mujer como objeto, cuando no como mercancía. 

Ganar dinero a toda costa, como mecanismo de satisfacción personal y reconocimiento colectivo, constituye una aberrante base para la determinación de los principios y valores a defender. Ese motor, en una sociedad global, gangrena el pensamiento, lo pudre. Y no se espere, segunda hipocresía, que la escuela, que el sistema educativo, corrija ese deriva. Todo lo más podrá minimizar daños, pero los estímulos que los jóvenes, que las jóvenes reciben desde la multitud de canales hoy abiertos van, mayoritariamente, en la dirección contraria, y son herramientas de construcción de la personalidad mucho más poderosas que la educación institucionalizada, con frecuencia aquejada además de una fosilización incapacitante.

No puede ser que un niño, una niña (o adulto, o adulta), asista a espectáculos (y digo bien, espectáculos) en los que se banaliza hasta el extremo la vertiente ética de la persona, para proyectar como objetivo vital el éxito individual, siempre efímero, basado en la comercialización del propio ser, expuesto desde la vertiente más escabrosa, más superficial.

Mientras el conjunto de la sociedad no sea capaz de actuar para impedir que esos valores fundados en el éxito medido en parámetros materiales se difundan como hoy lo hacen, infiltrándose en el pensamiento que determina después la acción, las decisiones, no habrá solución al machismo y a la consiguiente violencia dominadora.

Soy profundamente pesimista en cuanto a nuestra capacidad para cambiar el rumbo de esta sociedad banal que se consolida cada día con más fuerza. Hoy el virus del individualismo, del egoísmo, del placer frente a la felicidad circula por conductos multiplicados y directos a cada persona, en cada rincón. Tengo, entonces, la sensación de que solo nos queda paliar (y es importante), aunque en el fondo quisiera no rendirme, no asistir a la rendición colectiva. La humanidad merecería algo mejor.



                                                                 A Carme Chacón, que golpeó sin descanso el techo de cristal

sábado, 18 de marzo de 2017

¿FOROFO? NO, GRACIAS.



Siempre me llamó la atención que la inmensa mayoría de quienes dicen gustar del fútbol (sirve también para otros deportes y facetas de la vida), son seguidores acérrimos de un determinado equipo (unos colores). Son forofos. Eso incluye la alabanza permanente de “los nuestros” y la crítica absoluta hacia los demás. De paso, conlleva, la incapacidad de valorar los méritos ajenos y, más allá, de disfrutar con ellos. Nunca fue mi caso. Tampoco en política. Nadie espere de mi un seguidor incondicional, de aquellos que solo ven la verdad en el liderazgo que les ilumina, en tanto todo lo proveniente de fuera es rechazado por sistema, sin el más mínimo juicio racional de base.

Por supuesto que soy socialista. Y esa pertenencia es fruto de un convencimiento pensado, reflexionado, desde el núcleo central de mi ética personal (forjada, no surgida). Considero, más que creo, que el modelo de convivencia que la ideología socialista promulga es el más justo para la humanidad. Con base en ello,  lo defiendo. Tomo, como decía Gabriel Celaya, partido hasta mancharme, pero no bando. ¿Qué no ven la diferencia?, intento aclararla.

Quienes compartimos un objetivo relativo a la conformación de la relación entre las personas y de estas con el conjunto del planeta, podemos diferenciarnos en tácticas, incluso en estrategias, para alcanzarlo, pero, para utilizar una imagen metafórica clarificadora, estamos en el mismo barco. Hay otras naves, que llevan otros rumbos, algunos antitéticos con relación al nuestro, otros solo divergentes. Con estos últimos se puede colaborar en momentos determinados para superar etapas concretas. A los otros solo cabe contrarrestarlos.

Así Pedro Sánchez, Patxi López y Susana Díaz son dirigentes con los que comparto el objetivo final, lo que hemos dado en denominar la esencia socialista. A partir de ahí, en las concreciones sobre los distintos aspectos de la acción política, hay cosas que comparto más con unos, con una, que con otros. Nadie espere de mí solo el agitador de una bandera.

En estos días, a través de eso que llamamos las redes sociales, me llegan mensajes de compañeros y compañeras que han conformado plataformas o colectivos de apoyo a una de las opciones de Secretaría General que hasta ahora se han anunciado. Con eslóganes y consignas que ensalzan lo propio, en general de un modo excluyente. Respeto profundamente esas actitudes; en absoluto las comparto. Y eso sí, reniego de la utilización de  seudomedios de comunicación, según convenga, reproduciendo titulares de aparentes “noticias” que refuerzan una opción frente a otras. A ratos, ese juego deviene patético por pobre.

Yo no soy “pedrista”, ni “patxista”, ni “susanista”, ni ningún otro “ista” que pudiera aparecer. Apoyaré cada aspecto concreto que me convenza. Tomaré, en su momento, después de haber oído y pensado, la decisión que crea que mejor puede contribuir a que nuestros objetivos con relación a las personas se puedan alcanzar de mejor y más completa manera.

A fecha de hoy, y si alguien me preguntara sobre cuál es mi opción, contestaría: creo que el proyecto que representa Patxi López, globalmente considerado, podría ser el más adecuado para la Secretaría General. Al tiempo, considero que Susana Díaz, por su bagaje, por su fuerza, por la capacidad de transmitir aquella esencia del socialismo, sería la mejor candidata a la presidencia del gobierno de España. Alguien puede pensar que esa “cohabitación” resultaría compleja. Es posible. Pero sería entre compañeros, entre compañeras. Y las posibles dificultades no contrapesan las enormes ventajas que a esa opción le veo. A partir de aquí, estoy abierto al debate, como siempre. Absténganse, no obstante, forofos y forofas. 




martes, 28 de febrero de 2017

EL LIDERAZGO DEBE UNIR, NO ENFRENTAR

Quienes quieran dar el paso de presentarse ante la militancia del Partido Socialista y afirmar su compromiso para liderar la organización, desde el compromiso ideológico, y con un programa contrato por delante, deben ser objeto de respeto y agradecimiento. Esa es la piedra angular de un proceso democrático interno que reivindicamos como herramienta para hacernos mejores en la defensa de nuestros principios y las consecuentes coyunturales estrategias. 

Desde mi punto de vista, ese respeto pasa ineludiblemente por la crítica constructiva. Es inherente al proceso señalar qué planteamientos, desde un análisis riguroso y honesto, entendemos como adecuados y cuáles no consideramos ajustados a los propósitos compartidos. Eso también debe ser aceptado y agradecido.

Hay, con todo, consideraciones previas que constituirían, desde mi punto de vista, un auténtico Rubicón para determinar la conveniencia de según qué proyectos en determinadas circunstancias. Una de ellas, tal vez para mí la más importante, es la capacidad, ya reivindicada en otras ocasiones en este mismo espacio, de unir y no enfrentar.

Observo, no sin cierta preocupación, que en este tiempo, alternativas que generan enfrentamientos desde auténticas trincheras triunfan a base de generar fugaces entusiasmos. Creo que no hace falta poner ejemplos.

En eso también tenemos que ser distintos, y mejores. La militancia del Partido Socialista sabe que para alcanzar nuestros objetivos, el empujar juntos es imprescindible. La pelea por delante es dura y difícil. Los contrarios disfrutan de sólido armamento y han demostrado falta de escrúpulos para utilizarlo. Así que haremos bien en unir fuerzas e identificar con claridad a quienes intentan impedir, de la forma descrita, que los principios socialistas triunfen. 

Por eso entiendo como básico calibrar la capacidad de cada candidatura para huir de generar frentes mediante el mensaje y los hechos. Y considero a descartar cualquier opción que se presente como la representación del todo, como la esencia pura, abriendo grietas, a cada lado de las cuales se sitúa a propios o extraños, sin entender, por tanto sin asumir, que quienes militan en el Partido Socialista comparten un mismo anhelo nuclear común y son, por tanto, compañeras y compañeros. Esos proyectos de liderazgo no me parecen adecuados, siempre desde el respeto y de forma argumentada. A partir de ahí, me tocará actuar en consecuencia.


jueves, 23 de febrero de 2017

LA IMPORTANCIA DE LA CREDIBILIDAD

En tiempos en que la desconfianza hacia la política, en general, como forma de solventar problemas y mejorar la vida colectiva, y, en particular hacia "los políticos", definidos estos como todas aquellas personas que dedican su vida a la acción pública, especialmente cuantas tienen una responsabilidad institucional en cualquier momento de sus trayectorias, adquiere aún más importancia si cabe la credibilidad de aquellas personas que aspiran a ejercer el liderazgo de cualquier organización política, no digamos si esta es el PSOE.

¿Qué hace a un líder, a una lideresa, creíble? Desde mi punto de vista, y sobre cualquier otro factor, la coherencia. Coherencia entre su discurso y su praxis, ante todo. Y no es que, entre lo comprometido en el programa electoral (sea en el ámbito que sea) y lo que se desarrolle en la práctica no vaya a  haber, ineludiblemente, diferencias, que serán siempre inevitables, sino que esos cambios, fruto generalmente de la adaptación a la  realidad en transformación, sean explicados con nitidez al conjunto de la sociedad y, en aquellos casos extremos, que supongan una modificación estructural, consultados a las ciudadanas y ciudadanos. El programa electoral es un contrato y debe ser garantizado como tal. 

Hay, además, otro aspecto que construye la credibilidad desde la coherencia. Nos referimos a la trayectoria. No puede ser creíble, por incoherente, quien defiende en cada ocasión aquello que entiende más popular, que cuenta con mayor aceptación en ese momento, con el solo fin de conseguir el respaldo coyuntural, aún cuando entre en contradicción con lo defendido con anterioridad (e, incluso, y ese es el culmen, al mismo tiempo). 

Así que, para la elección de personas que deban ocupar cargos de responsabilidad interna en el Partido, o externa, de representación en las instituciones, recomiendo siempre analizar la experiencia de las responsabilidades desempeñadas y la historia de los mensajes, de los proyectos defendidos por candidatas y candidatos. Porque si no hay credibilidad desde la coherencia, la propuesta, por atractiva que pueda parecer en el discurso, no es fiable. 


martes, 21 de febrero de 2017

IGUALDAD O JUSTICIA SOCIAL

Hoy publica el ex ministro de Educación José María Maravall un artículo en el diario El País, titulado "Populismo y representación". La tesis fundamental pasa por defender la democracia representativa frente a un teórico asamblearismo imposible, salvo para comunidades muy pequeñas y en el ámbito de sus competencias -añado yo. Poco que objetar a su planteamiento. Pero hay otra variable en el discurso que hace referencia a la crisis de la socialdemocracia y a la necesidad de "reformulaciones" y replanteamientos que, como viene siendo costumbre, son enunciados pero no definidos. Imagino que ello se debe, esencialmente, a la necesaria brevedad del artículo. Pero no deja de ser una cuestión básica. Creo que ya basta de tanto afirmar que la socialdemocracia tiene que reinventarse o cualquier otro "re" que queramos mencionar, para pasar a concretar de qué estamos hablando cuando argumentamos aquello. So pena de que adjudiquemos a los anunciantes la misma desorientación que ellos mismos adjudican al propio movimiento.

Es relevante, en esa dirección, la afirmación contenida en el texto de Maravall sobre que los partidos socialdemócratas presentes en los diferentes gobiernos europeos representan políticas muy desgastadas al estar "Guiados por la igualdad, que representa su permanente seña de identidad, y dando prioridad a su negación extrema: la pobreza y la necesidad que viven los sectores más castigados por la desigualdad, tal vez el mayor coste social de la crisis". 

Unamos esa afirmación con aquella otra que establece que "el diseño del Estado de Bienestar tiene hoy que ser reformulado: no puede pasar a ser un instrumento para financiar el consumo de los grupos de ingresos altos; se tiene que definir mejor qué se entiende por “igualdad”, cómo eliminar discriminaciones sociales, cómo erradicar la “necesidad”, cómo generar oportunidades que eviten trampas sociales de las que no es posible salirse. Es necesario clarificar prioridades. Y la distribución no puede bloquear el crecimiento del bienestar de todos".

La enunciación de necesidades ya criticada, culmina aquí con una premisa sobre la distribución y el crecimiento ciertamente ambigua. Clarifiquemos. La socialdemocracia no puede ser solo un instrumento paliativo de los efectos extremos de la desigualdad social que significa la pobreza. Eso puede entenderse como caridad o como auxilio social y recuerda peligrosamente a determinadas prácticas populistas de la extrema derecha. No. La clave está en erradicar las causas que conducen a la pobreza. Y ahí entra en juego la distinción entre luchar por la igualdad o hacerlo por la justicia social. Desde mi perspectiva, la primera podría erróneamente enfocarse hacia la compensación de la desigualdad. Es la segunda la que, con base en el derecho, nos obliga como sociedad a impedir la generación de diferencias socio económicas extremas con la fuerza que la regulación legal representa frente a modelos de libérrimo mercado, más cercano a la ley del más fuerte que a lo que se supone debe significar la suma de la experiencia contenida en la cultura humana. 


domingo, 19 de febrero de 2017

INTEGRAR ES LA CLAVE

En un proceso de elección de la Secretaría General por el conjunto de la militancia importan las personas, los proyectos, la proyección electoral previsible de esos dos factores combinados, sin embargo, por encima de todo, desde mi punto de vista, es la capacidad de integración de las propuestas lo que determina (o debiera determinar) el sentido del voto.

Con seguridad, ya lo estamos viendo, el debate puede ser intenso, incluso agrio, puede generar una peligrosa tendencia a la creación de bandos, es más, creo que hay quien hace de tal estrategia su bandera electoral. Para una organización política, la democracia interna es esencial. La característica que define esa democracia es la capacidad de aceptación de la decisión mayoritaria. Eso conlleva un ejercicio de lealtad por parte de quienes hayan defendido otras opciones, pero, sobre todo, requiere de un liderazgo en la persona electa capaz de aglutinar, desde el respeto a las diferentes sensibilidades y bajo la premisa básica del socialismo compartido que nos une.

Así que pienso que quienes aspiren a la Secretaria General si no reúnen esa capacidad integradora haría bien en apartarse, porque la ruptura en la cohesión de una organización conlleva el fracaso de cualquier proyecto (por bienintencionado que fuera). Y, por supuesto, jamás el interés personal o de grupo puede poner en riesgo ese valor del PSOE como mejor herramienta para la defensa de la justicia social que es.

No es tarea sencilla, pero eso es precisamente lo que demuestra la condición de líder, el saber enfrentarse a los retos y generar la unidad del valioso conglomerado humano que nuestra organización representa.




miércoles, 15 de febrero de 2017

CAÍNES SEMPITERNOS

Asisto con estupor absoluto a este proceso preelectoral dentro de nuestro PSOE. Varios son los factores que contribuyen a ese no dar crédito a mucho de lo que veo y oigo. Que se tenga que debatir sobre las distintas ópticas es natural, incluso deseable. ¿Pero quién discute de ópticas? No digo ya de planteamientos profundos y serios, de medidas a tomar en el corto plazo para sacar de la situación en que se encuentran miles de familias desfavorecidas. Aquí se está jugando a poner etiquetas, a hacer denuncias constantes sobre el otro, sobre la otra, a descalificar, también a despistar.

Hay quien habla de un teórico complejo de determinados sectores del Partido con respecto a la nueva izquierda emergida (al tiempo que se la califica de populista) para descalificar cualquier opción que se pueda considerar más "radical"; otros, por contra, descalifican a quienes optaron por permitir el gobierno del PP, tachándolos de derechistas, cuando no con otros adjetivos aún más esperpénticos. Nada nuevo. Podría decirse que desde el principio, distintas sensibilidades han coexistido en el Partido Socialista y ello debe entenderse lógico, convirtiéndolo, además, en un valor. Es cierto que, en ocasiones, esas divergencias se exacerbaron hasta tal punto que la relación se volvió cainita. Pareciera que el "fuego amigo" resultara ser el peor enemigo. Siempre acabaron mal esos procesos. Y debiéramos, a estas alturas, haber aprendido.

Hay dos formas de salir de este laberinto en el que estamos. La primera pasa por una victoria de parte y el consecuente ostracismo, cuando no directamente la salida de la organización, de quienes pierdan. La segunda pasa por comenzar a cambiar el lenguaje de confrontación hacia otro en el que las diferencias sean argumentadas y estructuradas en proyectos que pueden ser discutidos hasta la saciedad, pero siempre con la premisa básica de que quien debate conmigo comparte los principios socialistas básicos.

No es fácil. Nunca se juega en el tablero político solo con los intereses generales. Los hay de grupos, los hay individuales. Quienes creemos que los primeros son los únicos que deben orientar nuestra acción, estamos obligados a dar un paso al frente y ante cada descalificación, reaccionar con la razón y desde la serenidad. Somos muchos los compañeros, son muchas las compañeras quienes  reniegan de aquel Cain sempiterno que retrataba Luis Cernuda. 

No veo circular documentos serios de propuestas por parte de quienes ya han anunciado sus candidaturas a la Secretaría General, ni ningún otro, más allá de las líneas maestras preliminares que ha impulsado la Gestora y que no dejan, hoy por hoy, de ser, salvo pequeños detalles, generalidades en muchos casos obvias. Veo titulares, actos más o menos masivos a mayor gloria del interviniente de turno, y mucha descalificación, mucho insulto, en definitiva, mucha ceguera. Así que hago un llamamiento a las posiciones fundadas en el respeto, sean más radicales o, por el contrario, moderadas, a inundar las redes de otro mensaje cuya esencia sea "estas son las soluciones que proponemos a la sociedad, desde nuestra visión socialista". Si conseguimos centrar la atención sobre esas disquisiciones, habremos dado un paso fundamental hacia una mejor democracia y un más fuerte socialismo.   


sábado, 11 de febrero de 2017

SER DIFERENTES, SER MEJORES

Andan estos días de Congreso el Partido Popular y el Partido Podemos. En apariencia, dos extremos alejados en lo ideológico, lo programático, lo visual y lo fáctico. Y no seré yo quien discuta que tales diferencias, en efecto, existan. Es evidente, no son lo mismo. Aunque sí tienen cosas en común. Para empezar, ambas son formaciones políticas, es decir un conglomerado de personas que, con base en unos fundamentos compartidos, se alían para llevarlos a la práctica mediante el control de las instituciones, logrado por procedimientos democráticos (en principio). 

En cierta forma, relacionado con lo anterior, ambas son organizaciones en las que se produce un proceso interno para la consecución del poder orgánico. Esta dialéctica intramuros siempre se sustenta sobre varios factores diferenciadores. Uno de ellos son las propias personas que aspiran a la dirección.

Pero más allá de ese debate, lo realmente importante, lo decisivo, de cara a qué propuestas concretas representan, qué harían si consiguieran el poder institucional, que consecuencias previsibles tendrían la aplicación en la realidad de esas propuestas inicialmente teóricas, es la confrontación de ideas y proyectos, las argumentaciones que se produzcan sobre ellos y los consensos finales alcanzados. Siendo como digo lo importante (y eso, además, lo dicen todos. Los propios protagonistas los primeros), los focos no están ahí. La luz se proyecta sobre esa especie de pugilato, unas veces bajo modalidad de lucha oriental (apenas, en ocasiones, un baile aparentemente), otras más semejantes a un combate de sumo. En cualquier caso, pelea de gallos que ha de conducir a victorias premiadas con la relevancia pública o a derrotas sinónimo, en la mayoría de ocasiones, de ostracismo cuando no de destierro.

Creo sinceramente que todo ello es indecente. Sin caer en la ingenuidad de pensar que en cualquier colectivo humano no se produce esa disputa por los liderazgos, aborrezco de que tales enfrentamientos olviden lo esencial, por qué se pelea, para centrarse, casi exclusivamente, en los egoísmos personales que se convierten en los auténticos motores de las maquinarias de guerra. Y entiendo, y defiendo con vehemencia, que eso no tiene porqué ser así, es más, que no debe ser así.

¿Cuál es la alternativa?, me preguntarán. Fácil de describir, difícil de aplicar, la vía correcta pasa por confrontar los proyectos, su viabilidad, sus previsibles consecuencias, desde el discurso dialéctico, o sea, argumentado, de quienes los representan, para que consensuado el camino colectivo, el liderazgo sea consecuencia de una elección coherente.

Viendo lo que sucede en el PP y en el otro PP (Partido Podemos), donde la principal atracción la constituyen cuestiones tales como si Cospedal será (a esta hora ya sí) Secretaria General de la formación política de derechas (que tiene tomate la cosa), o si en Vistayanotanalegre el vencedor de la contienda será Errejón o Iglesias. No es ese el paisaje que debiéramos mimetizar los socialistas.

Seamos diferentes, seamos mejores, contrastemos, debatamos, acordemos, sin que la cuestión fundamental sea quién, sino para qué y de qué manera. Y en el camino, respetemos a todos y todas quienes puedan aspirar a dirigir, es de desear que con democrática vocación de servicio, un instrumento de la sociedad tan valioso como el Partido Socialista. Estamos a tiempo.



jueves, 19 de enero de 2017

LA TOZUDA REALIDAD Y SU RECONOCIMIENTO

Un cierto tiempo después, vacaciones por medio, retomo estas reflexiones. Aprovecho los comentarios a una entrada en Facebook que realicé hace unos días para enmarcar este artículo. Recordándome, en cierta forma, aquel patético momento del Presidente Rajoy (entonces candidato), cuando al hacerle ver un periodista que le entrevistaba que, contra lo que el propio Rajoy afirmaba, si la ciudadanía catalana decidía independizarse, aún así seguirían teniendo la nacionalidad española, decía aquello (con vos mezcla de socarronería y estulticia) "¿y la europea?, el citado comentarista de mi entrada, al verse pillado en una mentira calumniosa, me instaba a explicar mi cambio de posición con relación al también famoso "no es no". No aclaraba el personaje de dónde había sacado esa conclusión sobre mi supuesto cambio de postura, pero tampoco me pilla de sorpresa esa costumbre de presentar como verdad lo que es solo una afirmación sin argumento.

Aclaremos pues. A estas alturas, el "no es no" constituye tan solo un pasado alternativo que, al no realizarse en su momento, ya no existe. Ello no es obstáculo para que se puede mantener una postura crítica con la decisión de abstenerse. Yo argumenté de forma previa y lo hice entendiendo que lo que planteaba (la no abstención y las consecuentes terceras elecciones) nos colocaban en mejor disposición ética, moral y política para afrontar un periodo duro, de recuperación de la confianza y el prestigio perdidos en parte. Y no me arrepiento de ello. Ahora bien, una cosa es defender que nuestra alternativa la entendíamos mejor, y otra, una vez derrotada, empecinarse en ella y dedicarse, solo y exclusivamente, a torpedear cualquier acción posterior, en ocasiones con un grado de saña y de falta de respeto que considero inaceptables de todo punto.

Si alguien cree que la estrategia no es la correcta, trabaje para cambiarla, pero hágalo proponiendo una alternativa argumentada, razonada, sólida y llévela al lugar y momento oportunos. Recrearse en la descalificación o el insulto como única arma dialéctica no es solo un error táctico, es un profundo ataque a la esencia misma de los principios socialistas.

Así que yo no he cambiado de posición, lo que ha cambiado es la realidad. Estoy obligado a reconocerla y actuar conforme a los nuevos parámetros. El principal de ellos entiendo que se centra ahora en obtener, de una posición inicial de desventaja, todo el rédito posible al aprovechar que el adversario en el poder ya no tiene la capacidad de obrar sin otros, especialmente sin nosotros. Ese es ahora el camino a seguir, fundamentalmente porque es la única senda. La senda de la oposición.

El obligado trabajo en este momento consiste en colocarnos en posición de reclamar el apoyo de la ciudadanía ganando su confianza, haciéndoles ver que quienes votaron socialista contribuyeron a que determinadas medidas negativas tomadas por el PP de la mayoría absoluta son contrarrestadas total o parcialmente (esa pelea sí ha de ser inteligente y bien llevada y mejor explicada). 

Como decía el poeta, "Tú no puedes volver atrás/ porque la vida ya te empuja / como un aullido interminable. / Hija mía es mejor vivir / con la alegría de los hombres / que llorar ante el muro ciego".
Y en ese caminar hacia adelante, la tozuda realidad se impone. Tenemos que adaptarnos al momento sin olvidar cómo hemos llegado a él, y al tiempo sin que nos frene el vano intento de estar cambiando lo sucedido. Solo puede cambiarse lo por suceder.

Y si no (alguien siempre nos podrá decir), haber obtenido mejores resultados en las elecciones, incluso haberlas ganado.