martes, 21 de febrero de 2017

IGUALDAD O JUSTICIA SOCIAL

Hoy publica el ex ministro de Educación José María Maravall un artículo en el diario El País, titulado "Populismo y representación". La tesis fundamental pasa por defender la democracia representativa frente a un teórico asamblearismo imposible, salvo para comunidades muy pequeñas y en el ámbito de sus competencias -añado yo. Poco que objetar a su planteamiento. Pero hay otra variable en el discurso que hace referencia a la crisis de la socialdemocracia y a la necesidad de "reformulaciones" y replanteamientos que, como viene siendo costumbre, son enunciados pero no definidos. Imagino que ello se debe, esencialmente, a la necesaria brevedad del artículo. Pero no deja de ser una cuestión básica. Creo que ya basta de tanto afirmar que la socialdemocracia tiene que reinventarse o cualquier otro "re" que queramos mencionar, para pasar a concretar de qué estamos hablando cuando argumentamos aquello. So pena de que adjudiquemos a los anunciantes la misma desorientación que ellos mismos adjudican al propio movimiento.

Es relevante, en esa dirección, la afirmación contenida en el texto de Maravall sobre que los partidos socialdemócratas presentes en los diferentes gobiernos europeos representan políticas muy desgastadas al estar "Guiados por la igualdad, que representa su permanente seña de identidad, y dando prioridad a su negación extrema: la pobreza y la necesidad que viven los sectores más castigados por la desigualdad, tal vez el mayor coste social de la crisis". 

Unamos esa afirmación con aquella otra que establece que "el diseño del Estado de Bienestar tiene hoy que ser reformulado: no puede pasar a ser un instrumento para financiar el consumo de los grupos de ingresos altos; se tiene que definir mejor qué se entiende por “igualdad”, cómo eliminar discriminaciones sociales, cómo erradicar la “necesidad”, cómo generar oportunidades que eviten trampas sociales de las que no es posible salirse. Es necesario clarificar prioridades. Y la distribución no puede bloquear el crecimiento del bienestar de todos".

La enunciación de necesidades ya criticada, culmina aquí con una premisa sobre la distribución y el crecimiento ciertamente ambigua. Clarifiquemos. La socialdemocracia no puede ser solo un instrumento paliativo de los efectos extremos de la desigualdad social que significa la pobreza. Eso puede entenderse como caridad o como auxilio social y recuerda peligrosamente a determinadas prácticas populistas de la extrema derecha. No. La clave está en erradicar las causas que conducen a la pobreza. Y ahí entra en juego la distinción entre luchar por la igualdad o hacerlo por la justicia social. Desde mi perspectiva, la primera podría erróneamente enfocarse hacia la compensación de la desigualdad. Es la segunda la que, con base en el derecho, nos obliga como sociedad a impedir la generación de diferencias socio económicas extremas con la fuerza que la regulación legal representa frente a modelos de libérrimo mercado, más cercano a la ley del más fuerte que a lo que se supone debe significar la suma de la experiencia contenida en la cultura humana. 


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