viernes, 7 de agosto de 2015

LA GESTIÓN DEL EGOÍSMO

Terminaba diciendo que ahora tengo que gestionar la conciencia del egoísmo frente al otro. El Mediterráneo se está convirtiendo en una gran fosa común, donde hombres, mujeres, niñas y niños que solo buscan salir del conflicto, del miedo, de la pobreza, encuentran a diario la muerte ante -resulta duro decirlo-la indiferencia europea colectiva. Nada de manifestaciones masivas en Berlín, en París, en Madrid, para decirle a los gobernantes que tienen que dar una solución a esa gente, que el conocimiento que nos da el acceso casi ilimitado a la información en tiempo real nos impide ya ignorar, o hacer como que ignoramos, lo que está ocurriendo.

El socialismo tiene, además, una responsabilidad añadida. Frente a otras opciones, que con claridad meridiana, sin tapujos, se muestran xenófobas, o aquellas otras que, siéndolo, lo disimulan mediante la perversión del lenguaje, el socialismo se basa en la igualdad, el internacionalismo, la búsqueda de la justicia social UNIVERSAL. 

Es obvio que el sistema democrático hace que cada formación política, si quiere acceder al gobierno y poner en marcha sus políticas de forma real y efectiva, deba conseguir el respaldo mayoritario de la ciudadanía. Sus propuestas, por tanto, han de conjugar, necesariamente, la base ideológica con el estudio demoscópico (la pulsión de la calle, sea cual sea el canal de percepción). Sin lo primero, estaríamos ante un populismo absoluto, sin lo segundo, ante la radicalidad minoritaria. En ambos casos, caminos difícilmente productivos.

¿Qué piensa la mayoría de ciudadanas y ciudadanos de la Unión con relación a la posibilidad de acoger a todas esas PERSONAS a que nos referimos? 

Si son sinceras y sinceros al contestar esta pregunta, tendrán la clave de muchas otras respuestas. Otra cosa distinta es plantearse: ¿Qué hacemos, entonces?