lunes, 29 de mayo de 2017

PAISAJE TRAS LAS "PRIMARIAS"

El PSOE, tras un proceso de debate interno, externalizado, duro a ratos, salpicado de francotiradores (desde dentro y desde fuera) empeñados en enredar el escenario en función de las preferencias de grupo o particulares, se ha dotado de un nuevo Secretario General, Pedro Sánchez, y de un programa político que el entonces candidato representaba, publicado, conocido.

¿Cuál es el paisaje tras las elecciones directas a la Secretaría General (que no Primarias)? Tras un primer momento de cierto estupor, de sorpresa, tanto por el resultado, cuanto por los márgenes de diferencia en el voto, se ha instalado un mensaje lógico, sensato diría yo. Hay ganadores, no perdedores. Todas y todos somos socialistas y compartimos un núcleo ideológico esencial que es el que nos define. Toca aunar fuerzas para lograr convertir las propuestas en acciones. Eso conlleva un objetivo inmediato, obtener la confianza ciudadana, y con ello el gobierno de las instituciones desde donde es posible hacer.

El Congreso Federal tiene un mandato claro. Adaptar la Ponencia Marco al documento refrendado por el voto mayoritario de la militancia socialista. Eso implica engarzar las diferentes ópticas sin desvirtuar los ejes fundamentales de la propuesta respaldada. Es un trabajo importante, que debe realizarse con inteligencia, desde el compromiso y la generosidad, pero sobre todo con inteligencia.

Urge también que la organización en su conjunto, cada dirigente en particular, entienda que este proceso no ha sido un paréntesis, una especie de sarampión que se pasa y, todo lo más, te deja leves marcas en la piel. Eso sería una ingenuidad. El desarrollo de los acontecimientos, las decisiones tomadas en su transcurso, el resultado final, conllevan una nueva perspectiva, un distinto paisaje.

Y en ese escenario, hay figuras que pretenden permanecer como si el libreto no hubiese cambiado. Creen que basta con cambiar el vestuario, el maquillaje, para seguir siendo protagonistas. Craso error. Es el tiempo de la asunción, del verdadero compromiso, el que conlleva la generosidad de primar los intereses colectivos frente a los particulares. Del texto Ponencia al texto Resoluciones habrá un cambio sustancial. Cambio que conlleva cambios. Cuanto antes lo entiendan quienes interpretaron un papel que ahora no encaja, mejor. Nada ocurre por retirarse tras las bambalinas y, desde allí, seguir trabajando con todas las fuerzas.

Tienen razón quienes afirman que las primarias (insisto, la elección directa del Secretario General) han terminado. Pero no quien lo asevera para pretender que nada cambió. Toca demostrar que lo importante es la Organización, el PSOE, por la gente que nos necesita. 


domingo, 14 de mayo de 2017

SOCIALISTAS DESPUÉS DEL SOCIALISMO

La editorial de El País de hoy, "Izquierda en apuros", tras analizar las posibles causas de la debacle de la socialdemocracia en el mundo occidental, concluye, poniendo a Macron como ejemplo, que para volver al poder, el camino lo ha marcado el dirigente francés: fuera clichés ideológicos, fin de las rigideces organizativas propias de los partidos y puesta en marcha de medidas tendentes a ocupar un centro progresista, alejado de los radicales de izquierda y derecha para ocupar un espacio refrendado por mayorías de progreso. 

Y es posible que, como estrategia para volver al poder sea, a corto plazo, efectivo lo propuesto. En última instancia una suerte de socialistas sin socialismo. Creo también que es bueno que esto se verbalice. Si de lo que se trata es dejar atrás el "cliché ideológico", desprendiéndose de "rigideces", o sea de licuar la política, haciéndola flexible a las tendencias demoscópicas y, manteniendo un barniz de "centro progresista", adaptar la oferta a los requerimientos (supuestos, por mucho que analizados) de la mayoría social moderada, dígase. Eso clarifica el debate.

Dos cosas resalto de las muchas otras que habría que oponer a la tesis que se nos presenta. La primera es sencilla. Una formación política quiere el poder para transformar la sociedad de acuerdo con un proyecto ideológico concreto, no recorre el camino contrario, construir su mensaje para conquistar el poder. Eso no deja de ser un tipo de populismo con todos los ingredientes (la dicotomía aquí es moderados de centro progresista frente a radicales de derecha e izquierda). Eso sí, un populismo líquido. Porque para una formación política (Macron no la tiene, la construye después) la conquista del poder no es el objetivo. Cierto, sin lograrlo, su capacidad de influir se reduce al mínimo (o a lo mejor, no tanto). Pero la verdad es que, si para ganar, debes aparcar tu esencia y poner en marcha políticas concretas que contradicen lo históricamente propuesto, al menos la decisión debe ser consciente, formulada explícitamente y refrendada. Alabo en ese sentido la coherencia de la línea editorial de El País. Fuera máscaras.

En la dirección apuntada, se olvida en el discurso editorial que el gran problema que ha convertido a los partidos socialdemócratas, en muchos lugares, en formaciones en clave de derrota ha sido la falta de coherencia. En efecto, entre lo propuesto y lo realizado (con todas las justificaciones que se quieran) se ha abierto un abismo de tal magnitud, que el discurso socialista se ha vuelto poco creíble. De inmediato, han surgido propuestas nuevas, por tanto no contrastadas, por tanto no incoherentes aún, por tanto aún creíbles, que han ocupado parte del espacio tradicional de los partidos socialistas democráticos. Cabe, a partir de ahí, tomar dos caminos principales (dejo los matices por razones obvias). Aquel que conduce a variar el discurso para adaptarlo a las expectativas detectadas, o el que nos remite a recuperar esa coherencia entre los objetivos y la praxis, sin renunciar al fundamento ideológico. Y sí, toca decidir.   

                                          Resultado de imagen de incoherencia del socialismo el roto

domingo, 7 de mayo de 2017

PRIMARIAS POR QUÉ

La editorial de El País de este sábado pasado llevaba por título "Primarias para qué". Su tesis central giraba en torno a los dos peligros que "destacan particularmente" en el futuro inmediato del PSOE. El primero se referiría al "intento" de hacer aparecer el proceso de elección directa de secretario o secretaria general como una lucha entre aparato y militancia, al modo de las dualidades populistas de casta y pueblo. La editorial rechaza tal antagonismo, desde el momento en que considera tan militantes a quienes ostentan cargos cuanto a quienes no. "Negar esto (aprovecha para decir) es tanto como negar la democracia representativa."

El segundo peligro pasa por la polarización de "buenos" frente a "malos", izquierda auténtica frente a la viciada e inmoral. Disparidad rechazada de manera categórica por la falta de credenciales de izquierdismo de aquellos y lo burdo de la descalificación.

Frente a esos peligros, se señala, se hace necesario recordar que "las primarias" (que ya hemos dicho que no lo son) tienen como objetivo "elegir a aquellos equipos mejor capacitados para llevar el partido a la victoria en las urnas". Frase que requiere de un artículo en exclusiva para su análisis crítico.

A nadie se le oculta que El País tiene su opción. Es legítimo. Además, no lo esconde.

Sin embargo, quisiera formular una pregunta previa al para qué que formula el diario. En efecto, la cuestión original sería por qué, ¿por qué un proceso de elección directa del secretario o secretaria general y no uno democrático representativo vía congreso? He ahí, realmente, el quid de la cuestión.

¿Es necesaria la democracia representativa en una organización política? Afirmo que es ineludible. No sería operativo un sistema asambleario puro en el que cada decisión hubiera de ser sometida a aprobación colectiva. Se elige, se delega, se controla, se piden cuentas y se vuelve a elegir. Ese proceso es el único que permite conjugar democracia y operatividad. Ahora bien, la elección primera se hace en base a propuesta, a contrato pues. Las resoluciones de los órganos colectivos deben ser norte y guía que solo podrían ser objeto de modificación -para la adaptación a una realidad cambiante- previa consulta. Y, por otro lado, para evitar tentaciones, las listas a los esos órganos colectivos habrían de ser abiertas, para que prime la valía de quienes se presentan frente a otras consideraciones.

La elección directa de los órganos unipersonales por el conjunto de la afiliación viene a introducir un elemento de participación de compromiso, y de respuesta directa, que mejora enormemente la calidad democrática de los partidos. ¿Es una fórmula que garantiza que la elección por la militancia equivale al apoyo masivo en las urnas? Por supuesto que no. Claro que la elección indirecta en un congreso, tampoco.

El auténtico peligro para los partidos cuyo modelo es en exclusiva el de la democracia representativa (con listas cerradas, además), es el caudillismo, la conversión en una organización de corte presidencialista, en el que los órganos intermedios pierden capacidad de decisión y tienden a convertirse en meras claques, con casi inexistente función crítica. Hay quien dirá que exagero. Estoy en condiciones de poner ejemplos claros, si lo necesitan obviamente.

Por tanto, solo habrá contraposición entre aparato y militancia si el aparato utiliza su posición para perpetuarse en los cargos. Solo habrá cohesión si nadie acusa de derechismo a nadie, ni se tilda de acomplejado (hay que entender con relación a Podemos) al que no representa la esencia del partido cien por cien. Si, sí, puede que sea una quimera, pero ¿acaso el socialismo no consiste en eso, en construir un camino hacia la quimera?