miércoles, 27 de enero de 2016

HIEDE

El Partido Popular, como siempre bien entrenado para lanzar mensajes como cortinas de humo, se empeña en dos  reiterados para quitar el foco de la descomposición que le caracteriza. El primero, es nombrar, como coletilla permanente a Andalucía. El segundo, que la corrupción es algo que afecta a todos los partidos.

Supongo que la procesión va por dentro, que en la dirección del Partido a nivel nacional el ¡ay! es permanente y que cada vez que sale a la luz un nuevo caso los estómagos se encojen. No aspiro a que ello sea debido a una repulsa sentida de ese saqueo de lo público, más bien infiero que lo que se sopesa es el efecto sobre la ciudadanía y, ahora, sobre el posible aliado en la búsqueda de un mantener en el poder ese hedor que el PP desprende.

Albert Rivera tiene un grave problema. Querer, quiere, pero poder no debe. Si una de las premisas en que se asienta su Ciudadanos es la de la limpieza con que llega, difícilmente puede meterse de lleno en ese estercolero que hoy por hoy caracteriza al Partido Popular.

En ese escenario, aún me parece más sorprendente (y digo más porque de raíz ya lo era) que haya sectores del propio PSOE que sigan abogando por una "gran coalición". No es un problema de quién encabeza al PP en ese pretendido proyecto compartido (Rajoy está listo de papeles), la derecha española viene, desde hace mucho tiempo recorriendo un camino que nos coloca, no ya en otra orilla (entre las cuales siempre cabría tender puentes), sino directamente enfrente. Más que por la corrupción (por muchas náuseas que nos produzca), por el destrozo de derechos y libertades que ha acometido hasta conseguir niveles de desigualdad aberrantes. Por mucho que quisiera alguien taparse la nariz, no solo es que hieda, es que el hedor demuestra que está`podrido.


sábado, 23 de enero de 2016

PODEMOS PASAR DE LA CIUDADANÍA (VAYA SI LO HACEN)

Antes de debatir ningún programa político, ningún conjunto de medidas concretas a poner en marcha (lo esboza después), el diputado Iglesias se presenta ante el Rey y, sin haberlo consensuado con el teórico socio, le comunica que está dispuesto a formar gobierno con el PSOE (hasta ayer, "PSOE y PP, la misma mierda es", se les escuchaba), del cual él sería el Vicepresidente y que Podemos contaría con tal y cual ministerio, incluso a alguno de ellos le pone nombre y cara. Un articulista preguntaba si todo eso había sido acordado por las Asambleas Ciudadanas. La respuesta es obvia.

Así que la formación política que, en teoría, practica la democracia directa, ha terminado convirtiéndose en una especie de partido aristocrático con sesgos ilustrados, donde un grupúsculo de políticos muy leídos marcan la senda, dibujan la estrategia y ejecutan la táctica conforme a sus intereses.

Pero, ¿qué intereses? Obvio, los de la ciudadanía, sin la ciudadanía, que ya se sabe que las asambleas las carga el diablo (y mire usted las de la CUP -se cagaron en sus propias asambleas-).

Aquellos que para España, después de estos cuatro años de derribo de derechos, de demolición de servicios públicos, de incremento brutal de la desigualdad, de aumento de la pobreza, quieren un construir bienestar y justicia (o sea, la izquierda), quedan perplejos ante este trilerismo barato  que (para mi sorpresa) abduce, sin embargo, con gran facilidad a gran cantidad de buena gente, cargada de argumentos. Y no es tanto que nos apene esta forma de hacer política basada en series de televisión y videojuegos, cuanto que somos conscientes de que se pierde una ocasión importante para cambiar el rumbo de este país. Pero claro, cambiarlo hacia principios de progreso, desde la seriedad que un giro profundo requiere, no limitarse a aparentar para acabar ocultando los verdaderos propósitos en una matrioska de falsos rostros, al final de los cuales ya no sabemos si hay algo de verdad o es puro y absoluto teatro. 

A ver si después de todo, "Podemos" va a ser presente de subjuntivo. Sería una pena.


miércoles, 20 de enero de 2016

HAY QUE JODERSE, SEÑOR RAJOY

Que la derecha española es capaz de alcanzar niveles de cinismo difícilmente igualables, es algo que está más que demostrado. Cimas de esa desvergüenza, como la famosa rueda de prensa del "despido diferido" -¡cuántas dimisiones debiera haber producido el caso Bárcenas en el PP!-, son constatación más que sobrada.
Aún así, me reservo espacio para la sorpresa, para ese "y dos huevos duros" que el PP más marxista es capaz de entonar una y otra vez. Destaca en ello Mariano Rajoy. Un político mediocre, intelectualmente opaco, al que no conocemos capacidad especial en ningún campo (de hecho, como diría un castizo, habla muy malamente). 

Hoy transcribo, literalmente, dos cortes de la Cadena Ser con declaraciones del ex presidente, que parecen una especie de reflexión interrogativa y la respuesta subsiguiente que él mismo da. Observen: 

"Tendrá que explicar el señor Sánchez por qué dice que no a un gobierno que era el mejor para que generase en España crecimiento y empleo” (véase lo dicho sobre la escasa calidad gramatical del discurso verbal de Rajoy -sí, si, el de "muy españoles y mucho españoles"-).

¿Tiene o no tiene tomate el asunto? Por supuesto, el Presidente del Partido Popular, el dirigente que ha recortado más derechos a la ciudadanía española en democracia, el que ha llevado al máximo el nivel de desempleo, de desigualdad, de endeudamiento... en nuestro país, sabe perfectamente, con claridad meridiana, los muchos por qué el Partido Socialista no apoyaría jamás a ese gobierno que, lejos de ser el mejor, ha sido el más cruel para con la gente del común (que no para aquellos a cuyos intereses representa).

Y Rajoy se contesta a sí mismo. Da la explicación que pedía en una reflexión cínica hasta lo hiriente, sabiendo cómo ha utilizado la mayoría absoluta el PP durante estos últimos cuatro años. Dice el que fuera presidente de gobierno:

“Desde el sectarismo, la negación a hablar y a intentar llegar a algún tipo de acuerdo no se construye absolutamente nada”. (Rajoy dixit).

Pues aplíquese el cuento. Quien más ha despreciado al otro, a los otros, el conocido como "el del plasma", viene ahora pidiendo aquello que durante todo su mandato negó. ¡Hay que joderse!

                            





domingo, 17 de enero de 2016

SU FILÓSOFO DE CABECERA ERA UNA ENCUESTA

Utilizando el estilo de El Roto (perdonen la petulancia), intento, en el título irónico de esta entrada, encerrar ya buena parte del mensaje. A saber: Podemos está intentando, desde el primer minuto después de conocerse el resultado electoral, atacar al PSOE desde todos los frentes. Hay que interpretar que ese ataque está motivado esencialmente por el convencimiento previo (frustrado por la realidad) de que iban a convertirse en la principal referencia de la izquierda (quiero decir de abajo, en la nueva geometría política), desbancando al Partido Socialista. El fiasco conduce más tarde, con los números ya bien estudiados, a comprobar que cualquier alternativa a las políticas de derecha, que se han venido poniendo en práctica durante los cuatro años de gobierno Rajoy, pasa por ese Partido Socialista al que se considera (no olvidemos que nos denominan "casta" de manera peyorativa) "más de lo mismo". ¿Y ahora qué?, han debido pensar.

Voy a soslayar de entrada, en este escrito (sería demasiado complejo tomar en cuenta todos los factores) el hecho de que estamos (y así lo reivindican) ante cuatro grupos diferentes, cuya cohesión ideológica presenta grietas de una profundidad considerable. Supongamos, pues, que estamos ante una única voz y ante una única estrategia. ¿Cuál parece? A bote pronto, todos los indicios apuntan a una búsqueda de nuevas elecciones como otra oportunidad para producir eso que llaman algunos  el sorpasso. O sea, adelantar al PSOE y convertirse en aquel referente que decíamos. De ahí los ataques desde el inicio, los muchos palos en las ruedas, de ahí el pedir lo imposible para que el otro (el PSOE) aparezca como el que no quiere, el que rompe cualquier diálogo o negociación (simplista pero efectivo).

Ahora bien, ¿qué ocurriría si el escenario fuera ese?, ¿si -como la encuesta de Metroscopia para El País publicada ayer domingo apunta- Podemos lograra ser segunda fuerza tras el PP en un paisaje tan desmembrado como el actual (o tan rico si se quiere leer así)? ¿Sería más fácil formar un gobierno (dejen que le llame) de progreso frente a la derecha? ¿Qué habría cambiado para que así fuera? En la hipótesis de la encuesta mencionada, un acuerdo Podemos PSOE seguiría siendo indispensable (no creo que ningún dirigente de Podemos piense que, a corto plazo, podrán lograr mayoría absoluta -aunque sí esté en sus fantasías futuristas una vez "liquidado el Partido Socialista"-). 

La pregunta que surge es ¿si ahora apoyar al PSOE para formar un gobierno de cambio no es opción -parece- para Podemos, lo sería si fuesen los socialistas quienes tuviesen que apoyarlos a ellos? No cabe otra respuesta, si continuamos la lógica argumental, que deducir que sí, que entonces sí estaríamos ante un camino aceptable para Podemos. ¿Por qué? Porque lo encabezarían ellos, claro.

Una voz interior inocente me pregunta: ¿entonces Podemos lo que busca es encabezar, liderar, o, de lo contrario, dejar que salga el sol por Antequera? Ya se verá -debo responder-. Igual en algún momento de las próximas semanas conseguimos convencerlos de que la realidad del ahora ya haría posible, con la voluntad de las partes, producir el cambio, y que forzar unas nuevas elecciones, aunque la encuesta sacrosanta parezca vaticinarlo de manera infalible, no tiene por qué suponer un escenario mejor. Y habrá pasado tiempo, y todo sería entonces mucho más difícil. La responsabilidad es ahora.




ADA COLAU O LA VERBORREA

Anteayer, viernes 15, en el programa Hoy por Hoy de la Cadena Ser, Pepa Bueno entrevistó a Ada Colau. Fue un diálogo (escuchen con atención como Colau se resiste a dejar su discurso -no una respuesta, un alegato- cada vez que la periodista intenta preguntarle para matizar) muy clarificador. Bastaron apenas unos segundos, y una primera cuestión: ¿Qué impresión le deja la constitución de las Cortes Españolas esta semana?, para que la alcaldesa, referente de En Comú Podem, comenzara una andanada dialéctica enlatada contra el Partido Socialista, llena de falsedades, de medias verdades y, en el fondo, de rencor. 

La primera de las mentiras tardó treinta segundos en aparecer. Afirmaba Colau, tras dejar sentado que estaba "sorprendida" porque la actitud del PSOE era "muy desconcertante" -recuerdo aquí lo hablado sobre la "estupefacción"-, que los socialistas habían llegado a un acuerdo con el PP para la composición de la Mesa del Congreso -falso-. Y ahí comenzó todo un bombardeo, al estilo de la "nueva política", o sea a velocidad de vértigo en el discurso (creo sinceramente que para que el cerebro receptor engulla sin poder procesar la información que se le transmite). La tesis principal, que tenían que estar representados en el Congreso por cuatro grupos parlamentarios diferentes porque ellos -en este caso En Comú- no son Podemos. 

Por el camino, otras faltas a la verdad. La primera, ocultando que el grupo socialista en el Senado había "prestado" a dos de sus integrantes a ERC para formar grupo propio, dado que con los obtenidos no llegaban al mínimo legal (dejo aquí, aparte, la cuestión de si estoy de acuerdo con la práctica en general y con ésta en particular). Como a Colau solo le interesaba proyectar una supuesta connivencia del PSOE con la derecha, mencionó el "prestamo" a la anteriormente denominada Convergencia Democrática de Catalunya, pero obvió este otro que no encajaba en sus tesis. La segunda, cuando Pepa Bueno le hace referencia a unas declaraciones de Carolina Bescansa, teórica número tres de Podemos, gallega por más señas, que refiriéndose a  En Marea (la coalición liderada por Podemos en Galicia) afirmó que tras las elecciones no podría tener grupo parlamentario propio en el Parlamento español. Aquí, directamente ya dijo que bueno, que eso lo afirmó en agosto pero luego se dio cuenta del error y que, en todo caso, ellos (En Comú) eran "del grupo de Cataluña".

Está claro a estas alturas que Podemos cree (véase la encuesta de Metroscopia para El País de hoy) que de repetirse las elecciones, el PSOE perdería votos y ellos quedarían por encima, así que ¿Por qué no esperar? Entretanto, cuanto más se castigue a los socialistas, a las socialistas, tanto mejor, y en en eso están. Los treinta segundos que tardó Ada Colau en disparar son una buena muestra de ellos. Ahora bien, ojo a esas cuentas de la lechera. No salen. De esto hablaremos en la siguiente entrada.


jueves, 14 de enero de 2016

A VUELTAS CON LA BANALIDAD

Sentadas las bases de una sociedad de lo banal, no puede negarse que para los medios de comunicación (que viven, es lógico, de su difusión, cuanto mayor más rentable) es atractivo ese debate proyectado de manera planeada por determinadas formaciones políticas consistente en poner el foco sobre lo meramente formal, sobre lo superficial, o sea, sobre la banalidad. 

Así se entiende que el aspecto externo de un determinado diputado, rompedor para con los cánones clásicos, se pretenda convertir en una metáfora sobre el cambio o la toma del poder por la gente normal, y por ello diversa y no estereotipada. Claro que algo tiene de eso, no se niegue lo evidente, y desde ese punto supone también un soplo fresco (bienvenido), pero trátese como corresponde. Si se produce el desequilibrio de obviar, por ejemplo, todo el contenido del discurso del nuevo Presidente de la Mesa del Congreso, Patxi López, frente a este foco sobre el look, nos instalamos en el show time.

Más compleja es la posición de Carolina Bescansa, llevando a su bebé al hemiciclo del Congreso (ninguna novedad, aunque ahora con mucha más repercusión -¿por qué será?-). ¿Un gesto para defender la necesidad de facilitar el acceso de las madres al puesto de trabajo sin separarse de sus hijos? Podríamos leerlo así. Pero hay matices. Positivos y negativos. Entre los primeros, que para hacer visible la dificultad de las mujeres con hijos para incorporarse al trabajo, sirve. Ya lo hizo en su día Iolanda Pineda (del PSC). Y en ese sentido conviene apoyar, con claridad, que para avanzar en la igualdad (pilar esencial de la justicia social), la maternidad no puede ser un obstáculo. Sin embargo, cuando el gesto deviene en postura y busca más la imagen que la defensa del mensaje de fondo, estamos en otra cosa. 

Pd. Escucho a Ada Colau en la entrevista que acaba de hacerle Pepa Bueno. Dos de cada tres palabras las ha dedicado a atacar al PSOE, en un mensaje cargado de contradicciones, medias verdades y falsedades claras. Mañana hablamos sobre ello más a fondo.


Iolanda Pineda (PSC) en el Senado con su bebé en 2012

ESTUPEFACTOS

La dirigente andaluza de Podemos, Teresa Rodríguez, tras las pasadas elecciones autonómicas impuso (hemos de entender que orientada por Iglesias, desde Madrid) una táctica de negociación consistente en negar el acuerdo para el apoyo (concretamente para la investidura como Presidenta de Susana Díaz) a la fuerza política de izquierda que, en este caso, había ganado las elecciones de manera clara aunque sin mayoría absoluta, para, inmediatamente después de que otra fuerza política sí llegara a ese acuerdo con el PSOE de Andalucía, mostrarse "estupefacta" por la decisión que permitía formar gobierno y salir del marasmo institucional sin contar con Podemos. ¿Y que quería? Cabría preguntarse. Visto lo que estamos contemplando estos días en el ámbito estatal, creo que la respuesta es precisamente esa, buscaban la estupefacción.

Esa estupefacción como postura ante la sociedad, porque no cabe que una formación política llena de titulados académicos obvie algo que es principio elemental en cualquier patio de colegio del planeta: si te niegas sistemáticamente a un acuerdo conmigo, el riesgo menor es que yo acabe buscándolo en cualquier otro. 

Esa pose de amante despechado que, después de decir no a las sucesivas propuestas, termina sorprendiéndose de que el otro, la otra emprenda una relación distinta, no es creíble. Habrá pues de llegarse a la única conclusión posible. Como son listos, como el cuento no cuela, lo que queda claro es que no quieren participar en ningún acuerdo que pueda suponerles una pérdida de respaldo electoral (el único objetivo, así verbalizado además -recuérdese el "asalto al poder"-). Eso sí, esa táctica incluye, de manera ineludible el proyectar la culpa sobre el otro (presa favorita el PSOE). Porque una cosa debe quedar clara, ellos son "inocentes", más bien "víctimas", están por ello ESTUPEFACTOS.


martes, 12 de enero de 2016

¿QUÉ VA A PASAR?.

Con seguridad, la pregunta que hoy más se nos formula en la calle de cada pueblo y ciudad a quienes, de una u otra manera, estamos identificados como referentes del Partido Socialista, es la relativa a qué es lo que va a ocurrir. La situación social y política es lo suficientemente compleja como para generar en la ciudadanía una gran intranquilidad, no exenta de cierta expectación. 

En alguna otra ocasión, ya hemos comentado que si algún efecto positivo, ya de entrada, ha tenido la aparición de nuevas siglas políticas, es el de haber provocado un renovado interés por la cosa pública.  Cuántos de nosotros, cuántas de vosotras no habréis tenido ocasión, en estos días festivos que recién acabaron, de debatir en cualquiera de los muchos momentos familiares o sociales, sean comidas, cenas o encuentros grupales de cualquier naturaleza, sobre el actual momento político, sobre los líderes, los mensajes, las perspectivas... En ocasiones, seguro que con vehemencia, incluso.

Sin embargo, ese renovado interés no ha sido suficientemente potente como para castigar de manera merecida cuatro años de continúa agresión a la inmensa mayoría de la población. Al tiempo, ha generado (es una percepción personal, claro, lo reconozco) una suerte de seguidismo tan forofo como acrítico, de algunos nuevos líderes y sus postulados. Son fenómenos que me cuesta entender (también es verdad que a mí tampoco me entendían -también podría escribirlo en presente-), pero no soy objetivo.

Es por todo esto que me resulta complicado dar una respuesta a la pregunta de cabecera. Casi sé mejor lo que no va a ocurrir. El PSOE no apoyará, ni por activa, ni por pasiva, la investidura de Mariano Rajoy. No habrá una solución fácil, ni en cualquier caso será estable. Esperan tiempos de desconcierto. No es lo mejor, pero es lo que hemos decidido entre todas y todos. Eso sí, nos toca trabajar en cada ámbito, desde cada rincón y desde cualquier responsabilidad, para sacar este proyecto común que es nuestra nación adelante. Y cuando esto digo, entiéndaseme bien, me estoy  refiriendo a la gente sencilla. Esa tiene que ser la verdadera finalidad. Se admiten excentricidades en el camino, no en la meta.


lunes, 11 de enero de 2016

ENSEÑANZAS DE LA ACCIÓN POLÍTICA EN CATALUÑA

Decíamos en el artículo anterior, refiriéndonos a la posibilidad de que las -entonces en el horizonte- elecciones catalanas pudieran influir en las negociaciones entre los diferentes grupos políticos de ámbito estatal, que "hasta el rabo todo es toro". Y así ha sido. El "paso lateral" del poco honorable señor Mas ha hecho posible, junto al resto de compromisos escritos y no escritos, públicos y secretos, que se evite la celebración de nuevas elecciones mediante la investidura como President del hasta ahora Alcalde de Gerona, el señor Puigdemont. ¿Sorprendente? Aunque en una cadena de despropósito como la que estamos contemplando desde hace meses, nada pudiera parecerlo, hay que reconocer que sí. Sí por lo in extremis, sí por el investido -todo un referente del ala independentista más radical de Convergencia-, y aún más por los detalles conocidos del acuerdo con la CUP. Finalmente, pues, la inacción del señor Rajoy y la huida hacia adelante del señor Mas (sin duda, mucho más allá, en ambos casos de lo que inicialmente deseaban como estrategia, con puntos de intersección, diseñada) han concluido -siempre de momento- con un nuevo hito de añadida especial gravedad a lo hasta ahora acontecido.

Conviene sacar enseñanzas de todo esto. Por dos motivos. Para no repetir errores y, sobre todo, para afrontar lo que viene, no desde la óptica de consecuencia inevitable de lo hecho o dejado de hacer, sino como oportunidad para la sensatez, la razón, en última instancia la justicia (y no me refiero a la misma como mecanismo, sino como sentido esencial de la convivencia).

La primera, y más evidente, es que el paso lateral (que debiera haber sido -tal vez acabe siéndolo- hacia atrás y definitivo), debe ser correspondido por su pareja de baile, el señor Rajoy. Una parte del problema, difícilmente va a ser una parte de la solución.

La segunda es que, más allá de la escena, el diálogo ha de fluir, con toda la dureza necesaria pero fluir, si no queremos abocarnos a un verdadero conflicto que estoy seguro de que la inmensa mayoría no desea -más bien teme-.

Una tercera (dejo para quienes esto lean otras muchas más posibles) es que esa izquierda radical -más falsa que una moneda de tres euros- se deja la careta en el proces. Con la consecuencia de que mucha gente (votante honesta de esa opción política) va a perder, o ha perdido ya, la aparente última referencia de la integridad "pura", de la "coherencia" hasta el final. Entregan el poder a la oligarquía catalana (salpicada aquí y allá de corrupción), sacrificando todo su discurso social en aras de un objetivo que, por mucho que se empeñen, jamas será de izquierda, cual es la ruptura de los territorios y, con ello, del principio esencial de prevalencia del interés de clase. Traición, se llama eso, así, con todas las letras.

Toca trabajar, y muy duro.


miércoles, 6 de enero de 2016

¿QUIÉN TEME A SUSANA DÍAZ?

Y, como de repente, llegó el nerviosismo. Algunos síntomas: Los medios de comunicación dedican en sus análisis pos electorales mucho más espacio al PSOE (sean sus mensajes, su teórica guerra interna, sus expectativas, sus alternativas...) que a cualquier otro partido. El resto de formaciones políticas también dirigen sus mensajes hacia el Partido Socialista (reconociéndole, es evidente, un papel central y esencial en la política nacional), sea para pedirle un pacto (qué hay que tener poca dignidad para hacerlo después de lo oído durante estos cuatro últimos años), exigirle responsabilidad (en el sentido que ellos la entienden, claro), o ponerle condiciones (desde esa sempiterna posición de superioridad moral de los "emergentes" -debían estar sumergidos-). 

Es obvio que el arco parlamentario ha cambiado de manera clara tras las elecciones del 20D. Más fragmentado, refleja ante todo la irrupción de Podemos y Ciudadanos. El Partido Popular sufre un descalabro histórico, el PSOE resiste el ataque combinado al que ha estado sometido y, aunque el resultado no es positivo, mantiene su papel como pilar de la política española (pese a vaticinios mucho más negativos). En esta situación, enjaretar una alternativa de gobierno se antoja misión casi imposible. Hay, además demasiados condicionamientos, más allá de la aritmética (por no mencionar algo no concretado aún cuando escribo esta entrada como puede ser el adelanto electoral en Cataluña -hasta el rabo todo es toro-).

Destaca en todo el barullo de voces (analíticas, forofas, tergiversadoras... que de todo hay) la constante referencia a Susana Díaz, Presidenta de la Junta de Andalucía. Y da la impresión de que hay temor a lo que representa (entre otras cosas, y fundamentalmente, el más claro ejemplo de política diferenciadora de la de recortes,  en la lucha contra la desigualdad y por los derechos). Temor desde la derecha que pierde una y otra vez las elecciones frente a ella, temor desde los hasta ahora sumergidos, que la ven como una rival ante la que el discurso solo no sirve, porque hay práctica que contrastar. 



Es sin duda tiempo para la reflexión y la acción, para el debate y la búsqueda de acuerdos, tiempo para hablar (y hablar mucho) donde debe hacerse. Sin perder de vista que la celebración de nuevas elecciones generales es, hoy por hoy, la hipótesis más probable. Y tal vez eso explique mucho del nerviosismo. Hay quienes con maniobras de juegos de rol (creo sinceramente que así ven la acción política) que devienen intrigas de baja estofa pretenden arrogarse el papel de ganadores en ese escenario apuntado. Ocurre que frente a Susana Díaz y lo que representa andan aún "estupefactos". 

El PSOE decidirá, en cada momento, aquello que es mejor para la gente sencilla de nuestro país, la que realmente hace crecer ese proyecto común que es España. Y lo hará desde el debate democrático, el contraste de ideas y la propuesta final común, como siempre ha hecho. Los que no entienden de debate, acostumbrados al autoritario ordeno y mando, critican ese proceder democrático. Los que se atribuyen, desde un supuesto asamblearismo  más virtual que real, la patente dialéctica, corren a despreciarla o tergiversarla cuando la ven en el PSOE, donde es una práctica centenaria. 

Un poco de sosiego, pues. A Susana solo debe temerla quienes no compartan un proyecto de justicia social para las gentes de nuestro país. El resto podrá disentir, es claro. Eso sí, esgriman argumentos, no eslóganes, estos últimos, como las mentiras, tienen las patas muy cortas.