Y, como de repente, llegó el nerviosismo. Algunos síntomas: Los medios de comunicación dedican en sus análisis pos electorales mucho más espacio al PSOE (sean sus mensajes, su teórica guerra interna, sus expectativas, sus alternativas...) que a cualquier otro partido. El resto de formaciones políticas también dirigen sus mensajes hacia el Partido Socialista (reconociéndole, es evidente, un papel central y esencial en la política nacional), sea para pedirle un pacto (qué hay que tener poca dignidad para hacerlo después de lo oído durante estos cuatro últimos años), exigirle responsabilidad (en el sentido que ellos la entienden, claro), o ponerle condiciones (desde esa sempiterna posición de superioridad moral de los "emergentes" -debían estar sumergidos-).
Es obvio que el arco parlamentario ha cambiado de manera clara tras las elecciones del 20D. Más fragmentado, refleja ante todo la irrupción de Podemos y Ciudadanos. El Partido Popular sufre un descalabro histórico, el PSOE resiste el ataque combinado al que ha estado sometido y, aunque el resultado no es positivo, mantiene su papel como pilar de la política española (pese a vaticinios mucho más negativos). En esta situación, enjaretar una alternativa de gobierno se antoja misión casi imposible. Hay, además demasiados condicionamientos, más allá de la aritmética (por no mencionar algo no concretado aún cuando escribo esta entrada como puede ser el adelanto electoral en Cataluña -hasta el rabo todo es toro-).
Destaca en todo el barullo de voces (analíticas, forofas, tergiversadoras... que de todo hay) la constante referencia a Susana Díaz, Presidenta de la Junta de Andalucía. Y da la impresión de que hay temor a lo que representa (entre otras cosas, y fundamentalmente, el más claro ejemplo de política diferenciadora de la de recortes, en la lucha contra la desigualdad y por los derechos). Temor desde la derecha que pierde una y otra vez las elecciones frente a ella, temor desde los hasta ahora sumergidos, que la ven como una rival ante la que el discurso solo no sirve, porque hay práctica que contrastar.
Es sin duda tiempo para la reflexión y la acción, para el debate y la búsqueda de acuerdos, tiempo para hablar (y hablar mucho) donde debe hacerse. Sin perder de vista que la celebración de nuevas elecciones generales es, hoy por hoy, la hipótesis más probable. Y tal vez eso explique mucho del nerviosismo. Hay quienes con maniobras de juegos de rol (creo sinceramente que así ven la acción política) que devienen intrigas de baja estofa pretenden arrogarse el papel de ganadores en ese escenario apuntado. Ocurre que frente a Susana Díaz y lo que representa andan aún "estupefactos".
El PSOE decidirá, en cada momento, aquello que es mejor para la gente sencilla de nuestro país, la que realmente hace crecer ese proyecto común que es España. Y lo hará desde el debate democrático, el contraste de ideas y la propuesta final común, como siempre ha hecho. Los que no entienden de debate, acostumbrados al autoritario ordeno y mando, critican ese proceder democrático. Los que se atribuyen, desde un supuesto asamblearismo más virtual que real, la patente dialéctica, corren a despreciarla o tergiversarla cuando la ven en el PSOE, donde es una práctica centenaria.
Un poco de sosiego, pues. A Susana solo debe temerla quienes no compartan un proyecto de justicia social para las gentes de nuestro país. El resto podrá disentir, es claro. Eso sí, esgriman argumentos, no eslóganes, estos últimos, como las mentiras, tienen las patas muy cortas.
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