lunes, 11 de enero de 2016

ENSEÑANZAS DE LA ACCIÓN POLÍTICA EN CATALUÑA

Decíamos en el artículo anterior, refiriéndonos a la posibilidad de que las -entonces en el horizonte- elecciones catalanas pudieran influir en las negociaciones entre los diferentes grupos políticos de ámbito estatal, que "hasta el rabo todo es toro". Y así ha sido. El "paso lateral" del poco honorable señor Mas ha hecho posible, junto al resto de compromisos escritos y no escritos, públicos y secretos, que se evite la celebración de nuevas elecciones mediante la investidura como President del hasta ahora Alcalde de Gerona, el señor Puigdemont. ¿Sorprendente? Aunque en una cadena de despropósito como la que estamos contemplando desde hace meses, nada pudiera parecerlo, hay que reconocer que sí. Sí por lo in extremis, sí por el investido -todo un referente del ala independentista más radical de Convergencia-, y aún más por los detalles conocidos del acuerdo con la CUP. Finalmente, pues, la inacción del señor Rajoy y la huida hacia adelante del señor Mas (sin duda, mucho más allá, en ambos casos de lo que inicialmente deseaban como estrategia, con puntos de intersección, diseñada) han concluido -siempre de momento- con un nuevo hito de añadida especial gravedad a lo hasta ahora acontecido.

Conviene sacar enseñanzas de todo esto. Por dos motivos. Para no repetir errores y, sobre todo, para afrontar lo que viene, no desde la óptica de consecuencia inevitable de lo hecho o dejado de hacer, sino como oportunidad para la sensatez, la razón, en última instancia la justicia (y no me refiero a la misma como mecanismo, sino como sentido esencial de la convivencia).

La primera, y más evidente, es que el paso lateral (que debiera haber sido -tal vez acabe siéndolo- hacia atrás y definitivo), debe ser correspondido por su pareja de baile, el señor Rajoy. Una parte del problema, difícilmente va a ser una parte de la solución.

La segunda es que, más allá de la escena, el diálogo ha de fluir, con toda la dureza necesaria pero fluir, si no queremos abocarnos a un verdadero conflicto que estoy seguro de que la inmensa mayoría no desea -más bien teme-.

Una tercera (dejo para quienes esto lean otras muchas más posibles) es que esa izquierda radical -más falsa que una moneda de tres euros- se deja la careta en el proces. Con la consecuencia de que mucha gente (votante honesta de esa opción política) va a perder, o ha perdido ya, la aparente última referencia de la integridad "pura", de la "coherencia" hasta el final. Entregan el poder a la oligarquía catalana (salpicada aquí y allá de corrupción), sacrificando todo su discurso social en aras de un objetivo que, por mucho que se empeñen, jamas será de izquierda, cual es la ruptura de los territorios y, con ello, del principio esencial de prevalencia del interés de clase. Traición, se llama eso, así, con todas las letras.

Toca trabajar, y muy duro.


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