jueves, 14 de enero de 2016

ESTUPEFACTOS

La dirigente andaluza de Podemos, Teresa Rodríguez, tras las pasadas elecciones autonómicas impuso (hemos de entender que orientada por Iglesias, desde Madrid) una táctica de negociación consistente en negar el acuerdo para el apoyo (concretamente para la investidura como Presidenta de Susana Díaz) a la fuerza política de izquierda que, en este caso, había ganado las elecciones de manera clara aunque sin mayoría absoluta, para, inmediatamente después de que otra fuerza política sí llegara a ese acuerdo con el PSOE de Andalucía, mostrarse "estupefacta" por la decisión que permitía formar gobierno y salir del marasmo institucional sin contar con Podemos. ¿Y que quería? Cabría preguntarse. Visto lo que estamos contemplando estos días en el ámbito estatal, creo que la respuesta es precisamente esa, buscaban la estupefacción.

Esa estupefacción como postura ante la sociedad, porque no cabe que una formación política llena de titulados académicos obvie algo que es principio elemental en cualquier patio de colegio del planeta: si te niegas sistemáticamente a un acuerdo conmigo, el riesgo menor es que yo acabe buscándolo en cualquier otro. 

Esa pose de amante despechado que, después de decir no a las sucesivas propuestas, termina sorprendiéndose de que el otro, la otra emprenda una relación distinta, no es creíble. Habrá pues de llegarse a la única conclusión posible. Como son listos, como el cuento no cuela, lo que queda claro es que no quieren participar en ningún acuerdo que pueda suponerles una pérdida de respaldo electoral (el único objetivo, así verbalizado además -recuérdese el "asalto al poder"-). Eso sí, esa táctica incluye, de manera ineludible el proyectar la culpa sobre el otro (presa favorita el PSOE). Porque una cosa debe quedar clara, ellos son "inocentes", más bien "víctimas", están por ello ESTUPEFACTOS.


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