martes, 12 de enero de 2016

¿QUÉ VA A PASAR?.

Con seguridad, la pregunta que hoy más se nos formula en la calle de cada pueblo y ciudad a quienes, de una u otra manera, estamos identificados como referentes del Partido Socialista, es la relativa a qué es lo que va a ocurrir. La situación social y política es lo suficientemente compleja como para generar en la ciudadanía una gran intranquilidad, no exenta de cierta expectación. 

En alguna otra ocasión, ya hemos comentado que si algún efecto positivo, ya de entrada, ha tenido la aparición de nuevas siglas políticas, es el de haber provocado un renovado interés por la cosa pública.  Cuántos de nosotros, cuántas de vosotras no habréis tenido ocasión, en estos días festivos que recién acabaron, de debatir en cualquiera de los muchos momentos familiares o sociales, sean comidas, cenas o encuentros grupales de cualquier naturaleza, sobre el actual momento político, sobre los líderes, los mensajes, las perspectivas... En ocasiones, seguro que con vehemencia, incluso.

Sin embargo, ese renovado interés no ha sido suficientemente potente como para castigar de manera merecida cuatro años de continúa agresión a la inmensa mayoría de la población. Al tiempo, ha generado (es una percepción personal, claro, lo reconozco) una suerte de seguidismo tan forofo como acrítico, de algunos nuevos líderes y sus postulados. Son fenómenos que me cuesta entender (también es verdad que a mí tampoco me entendían -también podría escribirlo en presente-), pero no soy objetivo.

Es por todo esto que me resulta complicado dar una respuesta a la pregunta de cabecera. Casi sé mejor lo que no va a ocurrir. El PSOE no apoyará, ni por activa, ni por pasiva, la investidura de Mariano Rajoy. No habrá una solución fácil, ni en cualquier caso será estable. Esperan tiempos de desconcierto. No es lo mejor, pero es lo que hemos decidido entre todas y todos. Eso sí, nos toca trabajar en cada ámbito, desde cada rincón y desde cualquier responsabilidad, para sacar este proyecto común que es nuestra nación adelante. Y cuando esto digo, entiéndaseme bien, me estoy  refiriendo a la gente sencilla. Esa tiene que ser la verdadera finalidad. Se admiten excentricidades en el camino, no en la meta.


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