La convocatoria de elecciones para el próximo 26 de junio (ninguna sorpresa, ya decíamos en la entrada EL COMPLEJO RESULTADO ELECTORAL, el pasado 27 de diciembre, tras preguntarnos si íbamos hacia otros comicios, "tiempo al tiempo, pero la probabilidad es alta") es, como todas, de extraordinaria importancia para nuestro país. Más nos valdrá, aunque muchos se empeñen en decir que estamos cansados de participar (como si de eso se cansara uno), que tomemos una vez más la palabra y, en función de lo que se ha hecho en estos ya cuatro años y medio, de los resultados de las políticas que se pusieron en marcha y que, tras el ídolo austeridad, han logrado lo que la derecha siempre persigue: salvaguardar los intereses de los pudientes (los ricos cada vez más ricos) y profundizar en la desigualdad y la pérdida de derechos (el común cada vez más pobre, más precario, más indefenso), ordenemos un cambio de verdad, un cambio que defienda los intereses de la mayoría.
Se ha insistido mucho en el concepto de "fracaso" que este corto periodo legislativo ha tenido, por no ser capaz de producir acuerdos y como consecuencia un gobierno y un programa común. Y no seré yo quien defienda que no ha tenido algo de eso. Ahora bien, asumido que no se ha logrado lo que podría ser un anhelo mayoritario, lo que no cabe es tirar la toalla y renunciar a la posibilidad de mejorar las cosas, de cambiar la dinámica, de salir de este marasmo caracterizado por la corrupción y la lesión permanente de derechos. En realidad, la conclusión útil determina que hay que redoblar esfuerzos para forzar ese cambio que esperamos solo aplazado.
Una consecuencia evidente de la convocatoria de elecciones está siendo una especie de intento de acoso y derribo del Partido Socialista desde la derecha y desde el podemismo. ¿A qué se debe? Desde mi punto de vista, la primera conclusión es que el PSOE es el enemigo a batir. ¿Por qué? En el caso del PP es evidente, si hay una apuesta sólida, fiable, contrastada para combatir sus políticas elitistas, profundamente dañinas para este país y sus gentes, esa es la Socialista. ¿El resto? El resto solo aspira a ocupar el espacio que el PSOE representa. En parte, eso se debe a la ausencia de un espacio propio (Ciudadanos no deja de ser una derecha moderada y modernizada en su imagen, Podemos no se sabe muy bien qué es), que les obliga a intentar fagocitar al Partido Socialista. Para Rivera, el objetivo es conseguir suficientes apoyos como para poder gobernar con el PP (con esa nueva cara del PP, esa hornada de jóvenes que pretenden salir limpios, dejando atrás la piel de la serpiente corrupta), ese es su marco natural (aunque no haga ascos a otras situaciones transitorias). Para Iglesias, la finalidad es superar al PSOE, intentar ser la fuerza hegemónica contrapuesta a la derecha. Ni tan siquiera gobernar (ya podían haberlo hecho en esta legislatura que acaba). Una cómoda oposición donde medrar y crecer para consolidar ese ansiado papel protagonista.
Y hay quien está haciendo el juego a esta táctica del todos contra uno. Hay quien, de repente, ve como un tema capital que Irene Lozano o Carme Chacón no vayan a repetir en las listas. Incluso alguno deja caer la expresión "desbandada". Curiosamente, que el diputado por Segovia del PP, el señor Gómez de la Serna no vaya a ir por corrupción en las próximas listas (aunque sí en las anteriores), o que se intente mantener a toda costa a Rita Barberá (más vale tenerla callada), eso ya es pasado, parece haber perdido importancia. La controvertida presencia en las listas de la diputada canaria de Podemos, Victoria Rosell, rompiendo el código ético "estricto" (para el otro, según parece), tampoco parece eje de la noticia.
A eso podemos sumarle la paradójica acusación común (del PP y de Podemos) sobre la supuesta culpabilidad del PSOE en la no consecución de un acuerdo, cuando todo el mundo ha podido ver que uno, el PP, en la soledad que acompaña al apestado, no se ha movido y el otro, que vivió con frustración quedar detrás del PSOE en las elecciones, no ha dejado de bombardear cualquier atisbo de acuerdo en cada momento crítico. Cualquier observador objetivo reconocerá que, desde su primera propuesta, prepotente, chulesca, que le colocaba como Vicepresidente controlador del aparato del Estado, hasta aquellas veinte propuestas casi coetáneas en su nacimiento al lamento de Iglesias sobre la "no aceptación del PSOE", sin tiempo para leerlas y contestar, todas las actuaciones del líder de Podemos (del verbo "podar") han ido en la dirección de hacer imposible cualquier pacto. Es más, si alguien de su organización flaqueó en esa determinación, se le quitó de en medio y aquí paz y después gloria.
No se nos pongan nerviosos. Al PP hay que pedirle que se limpie antes de acudir a cualquier evento, a Ciudadanos que no se muestre tan impaciente por aliarse con los jóvenes cachorros de la derecha (limpios por fuera, derecha al fin por dentro), a quienes apoyan a Podemos (del verbo "podar") que abran los ojos. Por último, a IU que no se suicide. A ellos sí les reconozco un papel en la izquierda. Será una pena que se diluyan. Y ellos saben, sus dirigentes locales saben qué es de verdad Podemos, conocen las tripas.
La militancia socialista y quienes consideran que es la mejor opción para salir con justicia del pozo donde la derecha financiera y el PP nos quiere tener metidos, estén tranquilos. Un programa sólido, gente capaz y comprometida, una organización coherente desde el debate, la participación y en acuerdo común, está aquí y sigue siendo la mejor solución para la inmensa mayoría. Sin complejos.
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