martes, 26 de abril de 2016

BONILLA AND CLYDE

El lenguaje en política debiera servir, desde su uso correcto, claro y preciso, como vehículo de información a la ciudadanía, para el traslado de propuestas, para la defensa de la gestión propia y también la crítica argumentada de la ajena. Y en algunos casos es así. En otros, desgraciadamente muy frecuentes, deviene en una especie de herramienta para la confusión, para el engaño incluso, cuando no reflejo evidente de una pobreza intelectual (y por ende, proponente) que asusta. 

Existe otro fenómeno que afecta al uso del lenguaje en el marco político, éste tiene que ver más con el subconsciente. En efecto, alguna vez, el contenido del discurso pone en evidencia el pensamiento profundo, real, que se pretende disfrazar con palabras pero que asoma, en un descuido, en un desliz, mostrando lo que hay detrás de tanto decorado de cartón piedra.

Enredados como andamos en esta suerte de retahila de la corrupción que le asoma al PP por las costuras rotas, encenagados como están algunos de esos casos con ribetes verdaderamente gansteriles, a nadie sorprende que el señor Moreno Bonilla, líder del PP de Andalucía, refiriéndose a una supuesta desavenencia interna en el PSOE, hable de "tirar por la ventana a Pedro Sánchez". 

Puede que a alguien le suene graciosilla la expresión, aunque venga de un malaje vocacional. Basta, sin embargo, acordarse de esos "suicidios" de disidentes que "se tiran" por las escaleras o a un patio interior, es suficiente recordar cuántas veces hemos visto en las historias de la mafia ese tipo de "ejecuciones", para entender que con esas expresiones no se juega. No vaya a ser que, en lo profundo del subconsciente, se desenreden ideas de añoranza de otros tiempos. Solo faltaría que alguien dijera que sin partidos políticos se vivía mejor (¿a que les suena?).


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