domingo, 2 de febrero de 2014

DE LOS EQUILIBRIOS EN DEMOCRACIA

La democracia, como sistema para organizar la convivencia entre las personas, se basa en los equilibrios. Tal vez, de todos ellos, el referido a los intereses debe considerarse piedra angular. Equilibrio entre el interés individual y el colectivo, equilibrio entre el interés de un grupo frente a los demás. Siendo así, resulta evidente que tales equilibrios admiten un grado de flexibilidad en su balanza que atendería a una ecuación compleja donde factores como el indice de tolerancia, la inercia social, la percepción del riesgo, la efectividad del ocultamiento, entre otros, determinarían el punto de ruptura.

La dinámica de esos factores de flexibilidad explican que en situaciones como la actual, en que de manera muy rápida, muy concentrada, se han producido cambios que responden a un interés de parte, defendido por la derecha de este país, frente a la de la inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas, ese grado de flexibilidad se haya ampliado de forma notoria. En efecto, con seguridad, en coyunturas anteriores, una pérdida de derechos masiva como la propiciada por el PP de Rajoy, por el grado de desequilibrio alcanzado, habría provocado la consecuente reacción social generalizada y mayoritaria, sostenida en el tiempo. No en balde, los límites del equilibrio se han forzado hasta niveles teóricos de fractura.

A pesar de ello, la ecuación no ha dado ese resultado a priori, aparentemente, inevitable. Hay una cierta contestación social, cierto, pero no equivalente al daño recibido, soportado, por amplias capas de la sociedad. La determinación de qué factores han contribuido al mantenimiento, pese a la tensión extrema, del equilibrio, es esencial para lograr restablecerlo con base en la recuperación de los intereses lesionados. De no lograrse, las propuestas de solución extrema, revolución o demagogia, están ahí como alternativas históricas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario