Artur Mas es de derechas. Esta evidencia, a menudo se olvida. Su apuesta nacionalista se inscribe en la concepción del poder territorial como un poder de clase. La incongruencia de una "izquierda" que se ha convertido en independentista no deja de ser una reacción a la dictadura. La separación del Estado Nacional constituía una suerte de búsqueda de la democracia. Puede que originalmente tal razonamiento tuviera alguna base (el tiempo luego ha aclarado que no), pero el devenir de la historia de este país ha mostrado que la solución había de ser colectiva.
Por supuesto, la violencia como herramienta de determinados grupos radicales independentistas "de izquierda" ha instalado en el inconsciente colectivo la idea de que, en efecto, ese extremismo de retórico origen ¿marxista? tiene tal naturaleza. De ahí que, por ejemplo, en Euskadi, se hable de una izquierda "abertzale" (¿patriota, nacionalista?), en una clara incongruencia porque, y esta es una afirmación de base que condiciona el resto de argumentos, la izquierda, definida como la ideología y la práctica política que defiende los intereses de la clase trabajadora, de quienes están sometidos a la opresión, borra las fronteras artificiales para reconocer y combatir las que se establecen entre las personas. Su "patria" es la de la justicia social, la igualdad entre las gentes, entre sus derechos. Supera por ello lo clánico y lo cultural. Por encima de una lengua distinta, de unas costumbres diferentes, de una construcción cultural propia, la esencia humana cobra fuerza y es la que determina el modelo de relaciones, la construcción política de la sociedad.
Utilizar los usos compartidos, el vínculo personal con un área geográfica (en todo su sentido) para construir un sentimiento de "pertenencia" a un fragmento concreto del planeta (¡ay! los difíciles límites) forma parte de una propuesta de mantenimiento de las relaciones de poder por las oligarquías locales. También la historia, otra vez, nos ha demostrado que las prácticas políticas teóricas de izquierda en un territorio limitado han concluido en fracaso.
Ese "derecho a decidir" que se esgrime como irrebatible argumento democrático esconde una perversa mentira. La pregunta no es si quiere ser independiente o no. Propongo otra: ¿quiere usted tener los mismos derechos, las mismas oportunidades que los demás en un mundo justo e igualitario? A que no se atreven a proponer esa consulta, no digamos a ser consecuentes con la respuesta...
Por supuesto, la violencia como herramienta de determinados grupos radicales independentistas "de izquierda" ha instalado en el inconsciente colectivo la idea de que, en efecto, ese extremismo de retórico origen ¿marxista? tiene tal naturaleza. De ahí que, por ejemplo, en Euskadi, se hable de una izquierda "abertzale" (¿patriota, nacionalista?), en una clara incongruencia porque, y esta es una afirmación de base que condiciona el resto de argumentos, la izquierda, definida como la ideología y la práctica política que defiende los intereses de la clase trabajadora, de quienes están sometidos a la opresión, borra las fronteras artificiales para reconocer y combatir las que se establecen entre las personas. Su "patria" es la de la justicia social, la igualdad entre las gentes, entre sus derechos. Supera por ello lo clánico y lo cultural. Por encima de una lengua distinta, de unas costumbres diferentes, de una construcción cultural propia, la esencia humana cobra fuerza y es la que determina el modelo de relaciones, la construcción política de la sociedad.
Utilizar los usos compartidos, el vínculo personal con un área geográfica (en todo su sentido) para construir un sentimiento de "pertenencia" a un fragmento concreto del planeta (¡ay! los difíciles límites) forma parte de una propuesta de mantenimiento de las relaciones de poder por las oligarquías locales. También la historia, otra vez, nos ha demostrado que las prácticas políticas teóricas de izquierda en un territorio limitado han concluido en fracaso.
Ese "derecho a decidir" que se esgrime como irrebatible argumento democrático esconde una perversa mentira. La pregunta no es si quiere ser independiente o no. Propongo otra: ¿quiere usted tener los mismos derechos, las mismas oportunidades que los demás en un mundo justo e igualitario? A que no se atreven a proponer esa consulta, no digamos a ser consecuentes con la respuesta...
Hace quince años más o menos asistí a una conferencia de Francisco Ayala en la Casa Colón. Refiriéndose al terrorismo y al conflicto vasco, afirmaba que en un mundo globalizado (entonces mucho menos que ahora) el nacionalismo era profundamente reaccionario. Me impresionaron aquellas sabías palabras, porque a través de los medios de comunicación unos y otros nos hacían creer justo justo lo contrario. Y he pensado en ello muchas, muchas veces. Me alegró de volver a leer lo mismo, con igual clarividencia.
ResponderEliminarYa quisiera, querida amiga, quien esto escribe tener la clarividencia de Ayala, hombre sabio, y bueno, difícil combinación que, cuando se produce, nos ilumina. Gracias
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