domingo, 16 de octubre de 2016

PORQUE HABRÁ UN DÍA DESPUÉS

Es lo previsible que la Gestora convoque el Comité Federal para esta misma semana. Incluso es probable que este se celebre antes de que termine la misma. Hemos de suponer que en el seno del máximo órgano entre congresos se debata y se llegue a una conclusión sobre el sentido del voto en una hipotética nueva sesión de investidura de Mariano Rajoy. Siguiendo con ese relato, cuando tal decisión haya sido tomada, sea en el sentido que sea, comenzará el día después.

Por supuesto que decidir entre la abstención o el no es una cuestión clave para nuestro partido y para el país en su conjunto. Quienes defendimos con argumentos una u otra posición, lo hemos hecho desde la preocupación -partiendo de una posición que ya es mala- por buscar lo mejor para el PSOE, en el convencimiento además de que es lo que más conviene a la ciudadanía española. No en balde, la piedra angular de nuestras convicciones es que nuestra alternativa es la más justa, la que más conviene a la inmensa mayoría de la gente.

Hay, en consecuencia, una cuestión más importante que si el voto finalmente es la abstención y con ello el gobierno Rajoy, o el no y las terceras elecciones a falta de una capacidad de negociación por parte del PP (que sigue pareciendo una victima inocente en todo este proceso, fango incluido). Esa cuestión es la que atañe al futuro del Partido Socialista como herramienta de defensa de los derechos y libertades ciudadanas, de la igualdad como objetivo, de la justicia social. Esa es, al fin, la gran responsabilidad de todas las socialistas, de todos los socialistas. Una vez que los órganos democráticos de dirección de nuestra organización tomen una decisión, por contraria que sea a lo que hayamos defendido, la tarea por delante no será denostar, despotricar, mucho menos marcharse airadamente. En toda disyuntiva, si es imposible una salida común  consensuada, como es el caso, la aceptación de la voluntad mayoritaria es obligada. A partir de ahí, en el momento adecuado, sin renunciar a la libertad de expresión, ni a la defensa de las propias convicciones (faltaría), en los procesos al efecto -y el congresual debe ser el marco adecuado- habrán de tomarse las decisiones, tras los oportunos debates, que nos permitan reforzar nuestro compromiso, nuestro mensaje, nuestra propuesta.

Por el contrario, fomentar cualquier tipo de cainismo sería no solo una irresponsabilidad, sino lo más alejado de aquello que todas las socialistas y los socialistas defienden, o sea, contribuir de manera decisiva como organización a la mejora de la vida de millones de personas. Para eso existimos y eso es lo que nos debe guiar, incluso desde la leal, vehemente, discrepancia. Por el momento, vale.


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