domingo, 30 de octubre de 2016

EL PROCESO CONGRESUAL YA COMENZÓ, ¿QUÉ CREIAN?

Investido Rajoy, echa a andar la legislatura. Toca hacer oposición en lo institucional, es claro. No será tarea sencilla conjugarla con nuestra decisión de abstenernos en la votación última. No nos lo van a poner fácil, ni el PP que querrá más (sin presupuestos el gobierno caería en mayo), ni Unidos Podemos que desplegará más artillería hacia este flanco izquierdo que la que apunte al PP (tiempo al tiempo).

En lo interno, ya hace tiempo que estamos en Congreso, no seamos ingenuos. Ya hay quien, desde el poder orgánico, desde el institucional, con más frecuencia desde ambos, está preparando las distintas fases. La determinación del nuevo liderazgo, las alianzas, los mensajes, su cadencia, los apoyos internos y externos... En fin, todo aquello que constituye una estrategia para ganar en ese proceso decisorio.

A veces resulta paradójico escuchar cómo aquellos que precisamente están en esta tarea que comentamos, lanzan la consigna de que no es el momento de lo interno. Da resultado ese jugar constantemente al despiste.

Confieso que yo ya estoy en periodo congresual. No es que, de entrada,  me postule para nada, simplemente mi cabeza no para de darle vueltas a esto de la crisis de la socialdemocracia y a cuáles han de ser las nuevas propuestas, los nuevos caminos, sin renunciar, como es obvio, a la esencia del socialismo. Es un ejercicio grato en sí, que con toda probabilidad será visto por aquellos cuyo principal empeño es gobernar la organización, como algo fútil, cuando no directamente inútil. A pesar de quienes puedan pensar así, seguiré creyendo (porque quiero creer y trabajaré para que esa creencia coincida con la realidad) que tan importante es el liderazgo y el equipo de dirección, como las directrices, las resoluciones congresuales que debieran ser su norte y su guía. Un mandato del Congreso (ahora que está tan en boga esto de reivindicar la autoritas y la potestas) debiera ser lo más vinculante a la hora de desarrollar un proyecto político concreto. Así habría de ser, insisto.

Creo que en el seno de las agrupaciones sería bueno que se fuesen produciendo debates con invitados de cierto nivel orgánico, institucional o intelectual para provocar una corriente de doble dirección, esencial a la hora de construir entre todas y todos ese renovado proyecto del que todo el mundo habla sin que sepamos muy bien quiénes tienen claro cuál es. 

No suelo predicar (entiéndaseme como metáfora, por favor) sin dar ejemplo. Aquí hay que empezar a concretar y dejar ya las generalidades que pueden esconder una cosa y la contraria. Esas frases grandilocuentes que parecen enunciar propuestas esenciales y que en realidad son cáscaras vacías, a estas alturas sobran. Hay que bajar a la arena y comenzar a desglosar principios, estrategias y medidas. A eso dedicaré algunas de las próximas entradas. Por el momento, vale.


lunes, 24 de octubre de 2016

PERO, A VER, ¿AHORA TOCA O NO TOCA?

Escucho al compañero Mario Jiménez, en su calidad de portavoz de la Gestora, en el transcurso de la entrevista que le ha hecho Pepa Bueno en la SER. Ninguna sorpresa en cuanto al tono y su calidad de comunicador. Más allá del cansancio que mencionaba, la mesura, el aspecto didáctico se han impuesto a cualquier otro posible registro. Eso está bien. Ya lo hemos dicho con anterioridad, una vez concretada la posición del PSOE  por el órgano que puede hacerlo, el Comité Federal, toca restañar, impedir que la disensión devenga en ruptura. Es tarea para personas inteligentes, sosegadas, capaces de integrar. No es fácil.

Ahora bien, no comparto su afirmación -que viene a ser como un latiguillo habitual- de que el PSOE debe dejar de preocuparse de sí mismo para pasar a preocuparse por los problemas de las españolas y los españoles. Y no estoy de acuerdo porque ese supuesto "mirarse el ombligo" no es sino un debate interno sobre cuál debe ser la posición del Partido en aras (él mismo utiliza ese aserto) del bien colectivo.

Existe la tendencia de, una vez superada una fase crítica de cualquier tensión entre ideas contrapuestas (en nuestro caso, además, con una mala gestión del proceso), enterrar el debate, no afrontar el mar de fondo, y ello pese a que se haya repetido por todas las partes, en distinto formato, lo necesario de abordar justo ese proceso de reflexión profunda para adaptar, modernizar, mejorar la propuesta socialista a la sociedad.

Pareciera que nunca toca. Pero ahora sí, ahora si toca. Más allá de la necesaria gestión de la decisión adoptada y de las consecuencias tácticas que implica (apuntemos que con clara dificultad para que se nos perciba como una oposición fuerte), el verdadero reto del PSOE es justo su situación interna, no como un mero ejercicio de lucha por el poder, sino, más bien por la necesidad, ahora ya ineludible, de renovar el sustento ideológico y las consecuentes propuestas estratégicas y programáticas. Claro que de inmediato (o paralelamente) debe producirse también el cambio de personas que van a representar esa nueva propuesta global.

Así que sí toca. El proceso congresual ya ha empezado. Habrá quien lo afronte desde el esfuerzo intelectual, ideológico, comprometido, para construir soluciones para aquellos y aquellas que tienen en el socialismo el camino hacia otra forma de sociedad que conjugue los nuevos factores, con la válida aspiración de la igualdad y la justicia social. Habrá quien lo haga exclusivamente como una lucha por los puestos de decisión. Admiro a los primeros, reniego de los segundos, abogo por que quienes presenten y representen las opciones más razonables, más realizables, que más nos acerquen a los objetivos propuestos, sean quienes ocupen esos lugares de referencia. Y a eso me pongo, porque ya ha llegado la hora, es el momento. Ya toca. 


jueves, 20 de octubre de 2016

¿EL PSOE Y SU DESGARRO? ¿QUÉ DESGARRO?

Escribe hoy en el Pais Juan Claudio de Ramón, que firma como ensayista, un artículo titulado "El PSOE y su desgarro" -http://elpais.com/elpais/2016/10/18/opinion/1476786933_919168.html-. Empieza con una afirmación totalmente errónea (no tengo datos para llamarla falsa). Dice el ensayista que "Si el PSOE se ha desgarrado es por su porfiada negativa a permitir un gobierno de centro-derecha en minoría". Cabría contestarle como lo hace Igor (Aigor) en "El jovencito Frankestein": ¿qué desgarro? Lo cierto, en cualquier caso, es que esto es más serio. No pretendo aquí defender el no a la investidura. Ya he dado repetidamente mi opinión -que he procurado argumentada- en distintas ocasiones. No, aquí de lo que se trata es de decir que, en ese empeño por justificar (argumentalmente) la abstención ante una investidura de Rajoy, hay -como es el caso del ensayista- quien se pasa de frenada.

Basta echar un vistazo a la hemeroteca para comprobar que esas divisiones en el PSOE, esas discrepancias, esas disidencias, esas guerras más o menos larvadas, tienen largo recorrido en el relato de la realidad política de nuestro país. Vincular, por tanto su origen a la controversia en torno al sentido del voto en la investidura ya mencionada, no tiene ningún fundamento. No es más que un forzado intento de voluntarismo discursivo. 

La tres razones que alega a continuación no pasan de ser meros asertos, que al no contar con evidencias probatorias pierden ese carácter de razón para convertirse en elucubraciones. 

La primera infiere de un rechazo a lo que el llama "un pacto con el PP" (del que nadie ha hablado), una oposición a "cualquier pacto posible". Es tan evidente la falta de base para tal afirmación que no merecería detenerse un minuto en ella. Apuntamos, sin embargo, como muestra, ¿no llevó a cabo un acuerdo el PSOE con Ciudadanos? ¿No lo refrendó la mayoría de la militancia?

La segunda "razón" se centra en lo que el llama "un liderazgo incapaz" de "a través de su discurso", hacer "ver a sus votantes la realidad de otro modo". Viene a decir que se necesitaría un prestigitador de la palabra para cambiar el color del cristal con que se mira. Ese es, parece, a su juicio, el concepto de liderazgo fuerte. Para eso, ya está la demagogia (y los demagogos).

Por último, termina culpando al PSOE de haber hecho del PP una especie de abominación con la que, por esa misma imagen creada, es imposible pactar. Aquí ya rayamos lo que podría calificarse de manipulación evidente. No desglosaré la larga lista de decisiones y de actuaciones que el Partido Popular ha llevado a cabo en los últimos años y que le han llevado a una soledad inédita en democracia, solo aliviada por su alter ego con imagen moderna que es Ciudadanos. No, estimado ensayista, no es  consecuencia de la oposición justificada del PSOE a las políticas promovidas por la derecha en este país, que el PP sea mala compañía, tóxica me atrevería a decir. Es su propia acción, culminada con el desprecio al resto de formaciones en tanto tuvo mayoría absoluta. Fue el propio PP quien sembró lo que ahora recoge. Y créame, le echó mucho abono natural. 




domingo, 16 de octubre de 2016

PORQUE HABRÁ UN DÍA DESPUÉS

Es lo previsible que la Gestora convoque el Comité Federal para esta misma semana. Incluso es probable que este se celebre antes de que termine la misma. Hemos de suponer que en el seno del máximo órgano entre congresos se debata y se llegue a una conclusión sobre el sentido del voto en una hipotética nueva sesión de investidura de Mariano Rajoy. Siguiendo con ese relato, cuando tal decisión haya sido tomada, sea en el sentido que sea, comenzará el día después.

Por supuesto que decidir entre la abstención o el no es una cuestión clave para nuestro partido y para el país en su conjunto. Quienes defendimos con argumentos una u otra posición, lo hemos hecho desde la preocupación -partiendo de una posición que ya es mala- por buscar lo mejor para el PSOE, en el convencimiento además de que es lo que más conviene a la ciudadanía española. No en balde, la piedra angular de nuestras convicciones es que nuestra alternativa es la más justa, la que más conviene a la inmensa mayoría de la gente.

Hay, en consecuencia, una cuestión más importante que si el voto finalmente es la abstención y con ello el gobierno Rajoy, o el no y las terceras elecciones a falta de una capacidad de negociación por parte del PP (que sigue pareciendo una victima inocente en todo este proceso, fango incluido). Esa cuestión es la que atañe al futuro del Partido Socialista como herramienta de defensa de los derechos y libertades ciudadanas, de la igualdad como objetivo, de la justicia social. Esa es, al fin, la gran responsabilidad de todas las socialistas, de todos los socialistas. Una vez que los órganos democráticos de dirección de nuestra organización tomen una decisión, por contraria que sea a lo que hayamos defendido, la tarea por delante no será denostar, despotricar, mucho menos marcharse airadamente. En toda disyuntiva, si es imposible una salida común  consensuada, como es el caso, la aceptación de la voluntad mayoritaria es obligada. A partir de ahí, en el momento adecuado, sin renunciar a la libertad de expresión, ni a la defensa de las propias convicciones (faltaría), en los procesos al efecto -y el congresual debe ser el marco adecuado- habrán de tomarse las decisiones, tras los oportunos debates, que nos permitan reforzar nuestro compromiso, nuestro mensaje, nuestra propuesta.

Por el contrario, fomentar cualquier tipo de cainismo sería no solo una irresponsabilidad, sino lo más alejado de aquello que todas las socialistas y los socialistas defienden, o sea, contribuir de manera decisiva como organización a la mejora de la vida de millones de personas. Para eso existimos y eso es lo que nos debe guiar, incluso desde la leal, vehemente, discrepancia. Por el momento, vale.


sábado, 15 de octubre de 2016

LOS BUENOS POLÍTICOS SON HONESTOS

Me encuentro en la red este artículo de José Andres Torres Mora, diputado socialista por Málaga: http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2016/10/14/los_buenos_politicos_van_infierno_56152_1023.html

No tengo más remedio que contestar sus argumentos. Sorprende de entrada tanta referencia religiosa. El cielo, el infierno...; no, esto no va de eso, va de la realidad. Apela el articulista a Max Weber para retorcer su concepto de ética de la responsabilidad y aplicarla -vamos a considerar que de manera errónea- a lo que le interesa en este momento, justificar su predisposición a abstenerse en la hipotética investidura de Mariano Rajoy. Porque, según él, y este es el eje de su discurso, la ética de la responsabilidad nos lleva a optar por un mal menor (¿para el Partido Socialista?, ¿Para España?) al hacer presidente de gobierno al líder del PP ahora, con menos diputados y diputadas (por tanto, más débil) y no permitir que en unas terceras elecciones, ese número de escaños se incremente con un resultado previsible de subida del PP y bajada del PSOE.

Un par de cuestiones, para no cansarnos con un destripar el artículo mencionado (seguro que alguien ya se encarga de ello, lo ha puesto fácil). ¿Por qué va a perder votos y, por tanto escaños, el PSOE? ¿Tendrá algo que ver el espectáculo que se ha venido dando en los últimos tiempos? Si la respuesta es que sí, aunque piense el diputado por Málaga que en una mínima parte ¿qué ocurre con la ética de la responsabilidad de todos y todas cuantos participaron en esa ópera bufa?

Olvida el autor una variable en este utilizar conceptos como el de la ética (a mi juicio equivocados, a lo sumo se está en este caso ante estrategias). Ese otro factor es el tiempo. ¿Ética de la responsabilidad de hoy? ¿O de dentro de seis meses? Porque si de resultas de la abstención socialista, del gobierno consecuente de Rajoy, de nuestro papel en esa investidura, de la responsabilidad continuada (presupuestos, vg) se nos percibe cómplices, podría ocurrir que esos malos resultados que se imaginan para las terceras elecciones fuesen mejores que aquellos que tendrían lugar dentro de un corto periodo de tiempo (la legislatura no puede ser larga. El PP convocará elecciones en cuanto lo vea propicio). Entonces la "Ética de la responsabilidad" que hoy se proclama devendría en "Ética de la convicción", o más bien en "Etica del presentismo". La verdadera cuestión no es si permitir un gobierno débil ahora es preferible a provocar un gobierno más fuerte (siempre de la derecha) tras unas terceras elecciones. Lo que estamos dilucidando es si para el futuro inmediato del Partido Socialista y de nuestro país, es preferible un enfrentarse ahora a un predecible desgaste, pero conservar toda la fuerza del mensaje y el compromiso, o capear aparentemente el temporal, pero abriendo una vía de agua que nos lleve al hundimiento en poco tiempo. Esto no es solo cuestión de Ética, si así fuera estaría meridianamente clara la respuesta ante tanto hedor. Desde el punto de vista estratégico aquí hay mucha tela que cortar. De momento, vale.




EL NUEVO ESCENARIO POLÍTICO

El truculento cisma socialista deja al PSOE en manos de Rajoy


El alcalde socialista de Eibar manifiesta que tras el "espectáculo de ayer todos ganan menos el partido"





BILBAO| 

martes, 11 de octubre de 2016

EL VALOR DEL NO

Andan estos días proliferando los análisis con enfoque sicológico, sociológico, incluso con el más socorrido "político", explicando las ventajas de la abstención en una hipotética sesión de investidura de Mariano Rajoy frente al no. 

Hay quien argumenta sobre la negatividad (perdónenme la reiteración) de ese no. Dado que no aporta, solo rechaza, pareciera significar una especie de obstinación sin propuesta real de futuro. Gran falacia. Un no es siempre un sí a lo opuesto. No a la corrupción, es un sí a la honestidad, la honradez y el respeto escrupuloso a la legalidad. No al recorte de derechos y libertades, es un sí a la educación, la sanidad, la dependencia, un sí a la dignidad de una sociedad a la que se le hurtan logros históricos desde la traicionera lógica de los mercados (ustedes ya me entienden). No a la desigualdad creciente, es un sí a la justicia social, al reparto adecuado de la riqueza para que nadie quede atrás porque alguno quiera estar muy por delante. Es un sí a un compromiso ético básico. ¿Cómo va a pasar necesidades una persona en tanto otra nada en la abundancia más absoluta? No a la utilización partidista de los instrumentos públicos (desde la televisión, a la justicia, pasando por todo el aparato de seguridad y control del Estado), es un sí a la política limpia, transparente, a la democracia en definitiva. Así que no me cuenten más ese cuento. Un solo ejemplo, una de las movilizaciones sociales más potentes que ha vivido este país se basaba en un no: NO a la guerra. ¿Recuerdan? En realidad era un SI a la paz.

Otros prefieren centrarse en la importancia de tener gobierno como elemento de interés nacional. Y a esa condición apelan. Hablan de responsabilidad. Pero basta entonces girar la mirada, dirigirla estos días hacia la Audiencia Nacional y, por si no fueran suficientes todos los síes encerrados en el No al PP, percatarse de que esa hedionda podredumbre no puede ser base y sostén de un gobierno que responda al interés colectivo. Lo verdaderamente responsable (¡Ay! Cuántos errores en el camino) es llevar a ese partido carcomido por la corrupción a la oposición. Cualquier alternativa de mínimos, aceptable para todos, sería mejor que aquella gangrena.

Un tercer frente arguye cuestiones tácticas para defender la investidura de Rajoy. Eso daría tiempo para que el PSOE, muy afectado por los recientes acontecimientos -seamos políticamente correctos-, pueda, mediante una oposición fuerte, rearmarse y recuperar su prestigio, el apoyo mayoritario de la sociedad y su condición de partido esencial para nuestro sistema. Pero, ¿Y si el resultado fuese justamente lo contrario? Si se percibiera al PSOE como cómplice del PP y el falso eslogan que pretendía que ambas formaciones representaban lo mismo se reforzara. ¿No quedaría entonces el Partido Socialista marcado por mucho tiempo y sin capacidad real (pero si usted me hizo presidente del gobierno) para encabezar la oposición en tiempos que se barruntan difíciles (la Comisión Europea avisa una y otra vez)? ¿No sería más acertado, desde esta misma óptica táctica, mantener la posición, con ello al menos la coherencia, y desde este pilar esencial de la acción política recuperar el respaldo mayoritario? Igual la ética responsable tarda más tiempo en dar fruto, pero estará libre de gusanos.

En cualquier caso, abierto al contraste de ideas. Huyamos de dos errores esenciales. El primero, sustituir razones por descalificaciones cuando no insultos. El segundo, plantearse abandonar la organización porque en un momento determinado, una opción concreta tome una decisión desde nuestro punto de vista errónea. Antes al contrario, eso no invalida la extraordinaria importancia de la alternativa socialista para la mejora colectiva desde principios esenciales de justicia social. A lo sumo, significará que hay que reforzar una alternativa interna para reconducir la errática trayectoria en que nos encontramos. Siempre desde el diálogo, el contraste de ideas, la participación y la democracia. Como debe hacerse, convenciendo a una mayoría y tomando de esa manera el timón hacia una ruta clara, coherente, sólida y -lo repito otra vez- justa. De momento, vale.



domingo, 2 de octubre de 2016

TOCA RESPONSABILIDAD

¡Ya basta! ya hemos dado suficiente espectáculo. Difícilmente vamos a olvidar este 1 de octubre pasado. Con todo, debe servir, esencialmente, para aprender. Se han hecho muy mal algunas cosas, por parte y parte sin duda. Pero ya se tomó una decisión. Gustará a una posición, más que a otra, pero ha sido tomada en el máximo órgano entre Congresos, en un clima de mucha tensión, esta claro, y no obstante de manera democrática. Ahora no es momento de reproches, nunca fue tiempo de insultos. Si nos queremos izquierda, una cosa nos debe definir, nuestra capacidad de argumentación en el debate, por duro, por crispado, por irritante que pueda llegar a ser, por mucho que haya en juego. Si perdemos esa herramienta, columna vertebral de un proceso participado de toma de decisiones, estaremos cavando un pozo profundo.

El PSOE no se acabó ayer (parafraseando a nuestra Secretaria General de Andalucía, el PSOE es mucho PSOE). Sin embargo, su prestigio, su credibilidad, se han visto seriamente comprometidos y habrá ocasión de comprobar el daño real. Ahora bien, si lo que se quiere es seguir contando con un instrumento de defensa de los derechos e intereses de la mayoría de la ciudadanía, frente a la desigualdad, a la ausencia de libertad y de derechos, habremos de hacer un esfuerzo renovado por recuperar (más pronto que tarde pues la gente necesita a este partido) nuestra capacidad de proyectar esperanza, no con la demagogia como algunas organizaciones lo hacen, sino con un proyecto mejorado, adaptado a los nuevos tiempos y sus circunstancias, que, desde la defensa de los valores que nos identifican apunte un camino nuevo hacia el progreso y la justicia social.

Hay mucha inteligencia en nuestra organización, y mucha entrega, y mucha honradez. Manan de una militancia comprometida y dispuesta a continuar la pelea (nunca entre nosotros) contra los postulados de la derecha, los intereses que representa y las medidas que toma para conservar (y aún incrementar) la desigualdad que deriva de los privilegios.

Quedan aún, por delante, momentos complicados. Los resultados electorales son obstinados y ya nada podemos hacer por modificar los que fueron.  Si como afirmo, toca aprender, toca poner de nuestra parte todo lo posible para cambiar esa deriva de pérdida de apoyo constante en que nos hemos instalado. El respaldo electoral no es un fin en sí mismo, no es algo que sirva para engrandecer a tal o cual líder dentro de la organización, es el mandato para cumplir nuestro contrato con la gente. Su dimensión es lo que nos proporciona la medida de nuestra fuerza para lograrlo. Por eso, porque se lo debemos a las ciudadanas y ciudadanos, que nos tienen por su principal baluarte, toca responsabilidad. Toca recuperar el respeto, restablecer el vínculo. Solo así, lograremos proyectarnos como lo que realmente somos: una unión de personas que cree, por encima de todo, en la justicia y la libertad y que lucha, cada día, en cada rincón, con cada hecho, por extenderlas al conjunto de la humanidad.

Orgulloso de ser socialista y dispuesto a continuar trabajando, esforzándome, por hacer realidad nuestros postulados. En ese frente, siempre me encontrareis.