Investido Rajoy, echa a andar la legislatura. Toca hacer oposición en lo institucional, es claro. No será tarea sencilla conjugarla con nuestra decisión de abstenernos en la votación última. No nos lo van a poner fácil, ni el PP que querrá más (sin presupuestos el gobierno caería en mayo), ni Unidos Podemos que desplegará más artillería hacia este flanco izquierdo que la que apunte al PP (tiempo al tiempo).
En lo interno, ya hace tiempo que estamos en Congreso, no seamos ingenuos. Ya hay quien, desde el poder orgánico, desde el institucional, con más frecuencia desde ambos, está preparando las distintas fases. La determinación del nuevo liderazgo, las alianzas, los mensajes, su cadencia, los apoyos internos y externos... En fin, todo aquello que constituye una estrategia para ganar en ese proceso decisorio.
A veces resulta paradójico escuchar cómo aquellos que precisamente están en esta tarea que comentamos, lanzan la consigna de que no es el momento de lo interno. Da resultado ese jugar constantemente al despiste.
Confieso que yo ya estoy en periodo congresual. No es que, de entrada, me postule para nada, simplemente mi cabeza no para de darle vueltas a esto de la crisis de la socialdemocracia y a cuáles han de ser las nuevas propuestas, los nuevos caminos, sin renunciar, como es obvio, a la esencia del socialismo. Es un ejercicio grato en sí, que con toda probabilidad será visto por aquellos cuyo principal empeño es gobernar la organización, como algo fútil, cuando no directamente inútil. A pesar de quienes puedan pensar así, seguiré creyendo (porque quiero creer y trabajaré para que esa creencia coincida con la realidad) que tan importante es el liderazgo y el equipo de dirección, como las directrices, las resoluciones congresuales que debieran ser su norte y su guía. Un mandato del Congreso (ahora que está tan en boga esto de reivindicar la autoritas y la potestas) debiera ser lo más vinculante a la hora de desarrollar un proyecto político concreto. Así habría de ser, insisto.
Creo que en el seno de las agrupaciones sería bueno que se fuesen produciendo debates con invitados de cierto nivel orgánico, institucional o intelectual para provocar una corriente de doble dirección, esencial a la hora de construir entre todas y todos ese renovado proyecto del que todo el mundo habla sin que sepamos muy bien quiénes tienen claro cuál es.
No suelo predicar (entiéndaseme como metáfora, por favor) sin dar ejemplo. Aquí hay que empezar a concretar y dejar ya las generalidades que pueden esconder una cosa y la contraria. Esas frases grandilocuentes que parecen enunciar propuestas esenciales y que en realidad son cáscaras vacías, a estas alturas sobran. Hay que bajar a la arena y comenzar a desglosar principios, estrategias y medidas. A eso dedicaré algunas de las próximas entradas. Por el momento, vale.