miércoles, 10 de febrero de 2016

VAROUFAKIS A 12 EUROS

Que la política tiene su parte de espectáculo no lo niega hoy nadie. De hecho, muchos hacen espectáculo y lo llaman política. Hay, incluso, quien añade glamour a la historia. Varoufakis parece uno de ellos. 

Acaba de presentar un proyecto para "regenerar la Unión Europea", en un teatro de Berlín y con entradas a 12 euros (por supuesto, agotadas). 

No seré yo quien diga que el espacio europeo no es el verdadero tablero mínimo para poder entrar al ajedrez de la política con posibilidad de desarrollar proyectos de progreso. El estado nacional tiene, salvo en el caso de las grandes potencias -y aún así, cabría decir-, escasa capacidad de incidencia en determinados ámbitos, esenciales por otra parte, como el económico y financiero. Y eso merma su capacidad de intervención en políticas concretas, al tiempo que lo hace vulnerable a la presión de poderes  fácticos, capaces de encumbrar o arruinar un determinado gobierno. Que le pregunten a Rodríguez Zapatero.

Otra cosa bien distinta es que alguien se saque de la manga, por muy bien armado argumental e ideológicamente que lo esté, un proyecto "regenerador" de Europa desde arriba.  Hoy la Unión tiene movimientos centrífugos. Para unos países, la presión que ejerce Bruselas equivale a una especie de asfixia (ojo, hay poca vida fuera), para otros, ejercer una "tutela" constante deviene en coste real y político cada vez más difícil de defender ante sus respectivos electorados. No descarto que haya potencias, consolidadas o emergentes,  a las que una rotura de la Unión Europea produzca satisfacción. Incluso grandes conglomerados económico financieros e industriales a los que la fragmentación (que debilita) no convenga.

El necesario refuerzo de la UE solo puede venir del convencimiento de sus ciudadanas y ciudadanos, y ese convencimiento nada más que la izquierda puede generarlo. La vía Varoufakis no es la correcta, pero que se engarce un proyecto de izquierda europeista que salga desde los diferentes partidos nacionales para cuajar en un programa compartido y justo (en la línea del necesario internacionalismo inherente a la propia idea de izquierda) continúa siendo imprescindible. Pero no estamos en ello, no estamos en ello. Entretanto la gente -personas, ¿lo entienden?, personas- muere.



En los carteles van los importantes (Veneno)

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