domingo, 14 de febrero de 2016

NECESITAMOS UN REARME MORAL (Y LO SABEMOS)

Un partido como el que encabeza Rajoy, al que no dejan de aparecerle casos de corrupción por doquier, afectado él mismo por la presunta financiación ilegal, cuenta con el respaldo de millones de votantes. Puede que algunos de ellos crean a pie juntillas que, pese a todo lo que se dice, el PP es un partido honesto (y por supuesto que habrá muchos militantes y cargos institucionales que lo sean) y por ello lo refrendan. Otros ponen por delante sus intereses de clase (se tapan la nariz, o directamente ya no perciben el olor de la podredumbre por estar inmersos en ella) y le dan su voto egoistamente (son tal vez, los mas coherentes -entiéndaseme-). Pero, ¿y el resto -o sea, la mayoría-? ¿Qué les lleva a ignorar lo que tienen delante y, sin responder a intereses estrictos de clase (en ocasiones al contrario), dar su voto al PP? Puede ser por miedo, eso funciona, o por estupidez -lleva esta sociedad mucho tiempo promoviéndola-, entre otros posibles motivos.

Esa misma sociedad, asiste casi impávida -hay excepciones, afortunadamente-, a un síntoma perverso de pérdida de libertades cuando dos comediantes son detenidos y encarcelados por el contenido, supuestamente apologético del terrorismo, de una obra de títeres, en la que una pancarta (proporcional a los personajes) con la leyenda "gora alka eta" se utiliza como parte de la trama. Apenas ha habido voces indignadas. Ni siquiera todos los "progres" que crecieron con la famosa cita atribuida a  Brech, perteneciente a un sermón pronunciado por Martin Niemöller, sobre la pasividad de la población cuando los nazis agredían a un colectivo tras otro, hasta que ya no quedaba nadie que los defendiera cuando finalmente eran ellos las víctimas.

Tampoco la muerte a millares de personas que huyen de conflictos bélicos, de la persecución, o de la miseria, ocurrida en tanto intentan llegar hasta este Edén -para ellos, sin duda- que es Europa, ni las condiciones inhumanas en que son arracimadas, aquellas que consiguen llegar, en las fronteras que no les dejamos traspasar, parece tener efecto sobre la ciudadanía europea, más allá de algunos colectivos minoritarios concienciados. La condición de ser humano, dotado de plenos derechos en pié de igualdad con nosotros, es obviada. En el mejor de los casos, un dolor, una indignación pasajera, es de inmediato anestesiada con cualquiera de las múltiples distracciones que se nos ofrecen.

Podríamos seguir, porque el egoísmo produce muchos ejemplos. No es necesario. Necesitamos una limpieza en profundidad, poder vestir ropas sencillas y limpias, recuperar la moralidad (no confundir con la moralina) y la honradez profunda. ¿Dónde la ética?


No hay comentarios:

Publicar un comentario