jueves, 10 de noviembre de 2016

. REFLEXIONES PRECONGRESUALES II: SIEMPRE, EDUCACIÓN.

Las personas votan a quienes entienden que defenderán mejor sus intereses. Ergo, si una formación política pretende (casi todas) obtener un respaldo masivo tiene diferentes caminos para intentar conseguirlo. Hay, por así decirlo, una vía rápida. Aquella que pasa por adaptar el discurso a lo que se demanda mayoritariamente (sí, es difícil en ocasiones dar en la tecla) y plantear medidas de respuesta a esas expectativas colectivas. Ocurre, además, que ahora parece no importar que tales propuestas sean realizables o mera quimera. Aquella banalidad, uno de cuyos aspectos nucleares es la ausencia de memoria mediata, permitirá que el incumplimiento posterior, enmascarado con un nuevo discurso, no sea percibido como lo que es: un fraude contractual invalidante. 

Hay, como es lógico, un gradiente de matices desde el populismo demagógico más cínico hasta posiciones que aún manteniendo la esencia de su corpus ideológico, utilizan la imagen equívoca, que sugiere sin comprometer, un tanto ambigua, si se quiere. No todos engañan en todo, hay quienes solo disimulan la parte más complicada.

Sin embargo, la auténtica estrategia ganadora es aquella que en un trabajo multifocal, coordinado y planificado, impulsa en el medio y largo plazo un cambio social que se traduzca en la primacia de los propios principios o de las propias convicciones, también de los propios intereses, en el más amplio arco social posible. De esta manera, sin necesidad de populismo, sin engaño, sin disfraz, aquello que se compromete es realmente lo que se defiende en el seno del grupo o de los grupos que conforman la organización política concreta, al fin y al cabo se habrá logrado que esos sean los intereses mayoritarios, las ideas más extendidas y aceptadas.

Por supuesto que cabe combinar ambas estrategias. Es lo que ha hecho el capitalismo financiero en los últimos años. Y comienza a recoger sus frutos. Es cierto, se dirá, que lo han tenido fácil. Dominan con sus recursos los diferentes medios de comunicación (internet, por supuesto. ¡Qué falacia pensar que es un espacio de libertad!) y han podido sembrar factores que les acaban favoreciendo. La banalidad, el egoísmo, el miedo...

La izquierda lo ha tenido y lo tiene más difícil. Ocurre que lo peor, con todo, es la falta de voluntad, de ambición, para convertir esa vía en la prioritaria. Ante las dificultades, la fortaleza de los contrarios, pareciera en ocasiones que se hubiera arrojado la toalla. También estamos recogiendo los frutos de eso. 

No vale con decir que la educación es una prioridad, por mucho que se tomen medidas de maquillaje que intente aparentar que es cierto. O se hace una apuesta clara y decidida, una apuesta sin complejos, que entienda que las críticas desde las posiciones conservadoras, o directamente reaccionarias, no pueden condicionar la acción transformadora que debe ser impulsada como el primer objetivo, o seguiremos instalados en la derrota de los valores, la más importante, aquella que debe concentrar la mayor parte de las energías. 

Debe acabarse con la titularidad religiosa  de centros financiados con fondos públicos. O se opta por la vía privada, o el poder público debe garantizar solo una educación no confesional. No cabe el adoctrinamiento pagado por todas y todos. Caben cooperativas, incluso iniciativa privada, siempre que asuman los principios constitucionales y el carácter aconfesional de la educación. Para el resto, soluciones para la escolarización garantizada y para las trabajadoras y trabajadores de la enseñanza.

Debe mejorarse de forma clara la formación inicial y permanente de quienes quieran dedicarse o se dediquen a la docencia. En un mundo en constante transformación, con novedosas herramientas cada día más potentes, eso se convierte en obligación ineludible.

Debe reducirse de manera drástica el numero de alumnas y alumnos por unidad docente. Si hay algo que pueda garantizar la similitud de oportunidades, la tarea diversificadora, es esa disminución. Con seguridad, muchas y muchos docentes estarían de acuerdo con un incremento de su horario lectivo a cambio de una disminución de la ratio. 

Podriamos seguir proponiendo. No parece el espacio. Si concluir diciendo que, por supuesto, la financiación del sistema educativo debe incrementarse de manera decidida. Y todo esto sin olvidar los medios de comunicación y el preeminente papel de la cultura. 



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