Supongan que un tipo va y dice que "exportar es muy importante, que se le venden cosas a los demás y que eso genera empleo", o que afirma, con solemnidad incluso, "que los catalanes hacen cosas". Ese personaje también sabe que "los españoles son muy españoles y mucho españoles". Incluso hace profundos análisis socio económicos que concluyen que "un vaso es un vaso, y un plato es un plato". Esa mente preclara es Presidente del Gobierno de España. Un Presidente que, cuando es pillado en la ignorancia supina sobre la imposibilidad de quitar la nacionalidad española a una ciudadanía catalana hipotéticamente independiente, pregunta aquello, con tono de "te pillé", ¿y la europea?.
Estas cosas pueden ser tomadas como anécdotas, pero se refieren a una persona que ostenta la máxima responsabilidad política en nuestro país. A partir de esa evidencia, las estupideces dejan de ser objeto de sorna, para transformarse en fuente de honda preocupación. No quiero ni un ápice de poder en manos de quien demuestra con la palabra -no lo olvidemos, vehículo del pensamiento- ese grado de estulticia.
Y esa persona, ese intelecto, volverá a ser candidato a Presidente del Gobierno. ¿Es que no hay en el Partido Popular ningún inocente, aunque no sea un niño, que pueda gritar con el valor de una afirmación ingenua: "Está desnudo, Rajoy está desnudo"?.
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