sábado, 19 de abril de 2014

EL LADRIDO (INTERESADO) DE LA DERECHA

Una filtración, probablemente interesada, da lugar a una deformación manipuladora. Después viene el exigir explicaciones, el instar responsabilidades, el sacar los pies del plato. El ladrido de la derecha provoca, como un eco, nuevos ladridos, cada vez más fuertes, más agresivos. Su finalidad, ensuciar la acción política. ¿Para qué?, preguntará alguien con razón. Para provocar desafección. Una enfermedad que afecta a quienes profesan pensamientos de izquierda, críticos, no domesticados. Una patología a la que los seguidores de la derecha son inmunes. 

Desde el año 2000, la oscilación de voto a PP en las generales ha sido de 1.000.000 de votos, la del PSOE de más de 4.000.000. He ahí una prueba evidente.

A la derecha le beneficia el descrédito de la política, incluido aquel que deviene de actuaciones de la propia derecha. No le desgasta. Al PSOE, un clima de desapego le genera un daño evidente. 

¿Podría ocurrir entonces que el caso Bárcenas acabara pasando una factura mayor al PSOE que al PP? Sería irónico, pero no descartable. 

La pregunta siguiente es obvia: ¿Cómo se evita la injusta paradoja? Mucha gente cree que la respuesta está en la educación. Como creo que no se refieren, no puede ser que se refieran, al sistema educativo, acabo cayendo en un pesimismo al que busco una salida. ¿Quién educa hoy? ¿En qué valores? 


lunes, 14 de abril de 2014

LA MUERTE DE ERNESTO LACLAU

Recién escritas estas dos últimas entradas sobre el curso de la UNÍA "Democracia y Participación" en el que ha tenido un papel esencial el profesor Dr. Ernesto Laclau, conocemos su muerte repentina en Sevilla, ayer domingo. Sorpresa, estupefacción, y dolor por su pérdida. De tenerlo aquí, tan lúcido, tan brillante, tan íntimamente alegre, a conocer que lo hemos perdido. Nos queda su ejemplo y su pensamiento. Habremos de seguir bebiendo de él. Ya le estamos echando de menos. No sobran los hombres imprescindibles... Mi pésame a su familia, en el más amplio sentido.
                         

domingo, 13 de abril de 2014

LA BANALIDAD COMO ANESTESIA

El Dr. Luis Miguel Romero Rodríguez, de la Universidad San Martín de Porres, de Venezuela, en el marco de una mesa redonda sobre "Sociedad civil Vs Sociedad económica" celebrada en La sede iberoamericana de La Rabida de la UNIA durante la celebración del curso "democracia y Participación", presentaba un esquema de la concentración de la propiedad de medios de comunicación en España extraordinariamente revelador. Con todo, me pareció aún más interesante su definición de la desinformación en la sociedad actual. En cierta forma casaba con una de las observaciones que yo mismo planteaba en el coloquio posterior a la conferencia del Dr. Juan Jesús Mora sobre Democracia Participativa. Apuntaba entonces como uno de los mayores peligros para el propio sistema democrático, entre otros, al modo de construcción de los valores sociales y personales. Tendría hoy que añadir que a la propia naturaleza, por tanto de esos valores. 

El punto de encuentro entre los postulados del Dr. Romero Márquez y mi observación vengo a concretarlo en un concepto utilizado por él mismo durante el coloquio referido: la banalidad.

Apunto al que considero mayor problema de raíz en nuestra sociedad occidental. ¿En qué ocupamos nuestro pensamiento? ¿En qué ocupamos, pues, nuestra vida? Décadas de bombardeo audiovisual bien programado nos ha guiado hacia la sociedad del consumo. Asumida la máxima que liga felicidad (o simple satisfacción personal) con posesión (a veces ni tan siquiera es necesario el disfrute de lo poseído), se inicia una deriva hacia el egoísmo individualista que mata el ansia de justicia social (con frecuencia, no dejándola ni nacer). 

Se supedita todo -para lo que nos interesa ahora, en especial la moralidad- al logro de la satisfacción o, incluso, a su perspectiva. No se cuestiona, en ese escenario, la forma. Interesa el resultado. Se explica así que, en época de bonanza, se respalde democráticamente, es decir por voluntad de una mayoría, a dirigentes públicos que están incursos en claros casos de corrupción delictiva. De hecho, solo se puede explicar así, por la anteposición de los intereses personales a los principios (aquellos de los que Groucho Marx afirmaba tener repuestos si no nos gustaban) que debieran regir una sociedad que se quiere democrática y, por ende, corresponsable por participativa.

Para adormilar cualquier atisbo de conciencia, para acallar cualquier insumisión de las ideas, para la tranquilidad colectiva, el pensamiento ha sido dirigido hacia la banalidad. De esta forma pueden morir personas en nuestro planeta, por hambre, por guerras, siempre por opresión, que esos acontecimientos, que debieran concentrar todo nuestro esfuerzo como sociedad, no serán nunca "trending topic", tendencia (o a lo peor, si, efímera como todas).

Véanse las tendencias de hoy domingo en la red: http://www.trendinalia.com/twitter-trending-topics/spain/spain-today.html

Lejos de solventar este problema la proliferación de voces, el incremento de puntos de comunicación, la cantidad de mensajes cruzados, lo que podríamos denominar "ruido" no ha venido sino a facilitar la manipulación. Y eso es así porque la masificación inabarcable del volumen de contenidos intercambiados lleva a la preeminencia de los destacados por los amos del canal. Y la capacidad de contrarrestar ese poder está hoy en una minoría (me arriesgaré) intelectual que, no obstante, parece poco dispuesta a salir de una cierta comodidad gremial para zarandear al mundo. Y se va haciendo más que necesario...


sábado, 12 de abril de 2014

DEMOCRACIA Y PARTICIPACIÓN

Dirigido por los profesores Walter Federico Gadea y José Ordoñez, de las Universidades de Huelva y Sevilla respectivamente, se ha celebrado en la UNIA, Sede Iberoamericana de La Rábida, el curso titulado "Democracia y Participación". Tema de extraordinario interés en unos momentos como los actuales en que la palabra "desafección" es utilizada constantemente para referirse a la relación de la ciudadanía con la "política".

La presencia de renombrados especialistas, y, en especial, del profesor doctor Ernesto Laclau, un teórico político del llamado post marxismo, con amplia experiencia académica y en el asesoramiento a diferentes dirigentes políticos tanto de su país natal, Argentina, como de su patria de acogida, el Reino Unido, ha dotado al encuentro formativo y de reflexión, de un alto nivel de debate y, cómo no, de aprendizaje para quienes nos acercábamos más desde la vertiente de la gestión política concreta, como es mi caso, frente a un grupo de filósofos y psicoanalistas, cuyas propuestas se enmarcaban, aunque no en todos los casos, en un ámbito más académico, más teorizante.

Más allá de las diferentes temáticas que se han tratado y que intentaré ir desgranando, quisiera poner el acento en esta primera entrega en una cuestión de base. Se hace necesario, y en ese sentido he pedido al profesor Gadea que organice, si cree conveniente, un encuentro específico entre lo que podríamos denominar la vertiente teórica, académica, y la que incluye a quienes están en la praxis política y/o institucional. Me parece absolutamente necesario ese flujo bidireccional de ideas, de propuestas, de criticas, de pensamiento... con objeto de avanzar en aquello que, sin duda, constituirá un objetivo común: aportar a la sociedad vías, acciones que faciliten un progreso igualador, justo, humano...

Creo que quienes nos dedicamos a la gestión política tenemos la obligación ineludible de formarnos, y hacerlo en una dimensión dialéctica, desde la ideología sin dogmatismo. 

Lamentablemente eso no parece ocupar un lugar preeminente en las prioridades del colectivo aludido. Es un craso error. Y se nota, vaya si se nota.



Nota: con mi agradecimiento al Dr. Walter Federico Gadea, a la Vicerrectora Dra. Yolanda Pelayo Díaz y a cuantos han hecho posible este curso. 

viernes, 4 de abril de 2014

DESNUDAR LA PARADOJA

La paradoja que la derecha busca hacer efectiva consiste en lograr una percepción de mejoría, de "éxito" en la gestión económica (la única que le interesa de verdad, aquella que piensa le dará el triunfo electoral) pese a que termine sus cuatro años de mandato en España con peores datos que aquellos con los que comenzó a gobernar.

Cuenta para ello con un formidable aparato propagandístico (me resisto a considerar periodísticos a determinados medios de comunicación) que consigue meter por los ojos de la población, hasta sus cerebros, la idea de que todo marcha mejor, que hemos conseguido "cambiar de tendencia" y que ello ha sido posible "con el esfuerzo de todos". Me resulta especialmente curioso constatar la coincidencia con ese mensaje gubernamental de varias campañas publicitarias, especialmente de la banca, proveniente del mundo empresarial. Tal pareciera -seguramente no será así, digo yo- que los respectivos publicistas se hubieran puesto de acuerdo con Moncloa para coordinar eslóganes e ideas fuerza




No hace demasiado tiempo, coincidiendo con el inicio de este mes, publicaba un tuit que venía a decir que conseguidos los objetivos de la derecha neoliberal, la crisis había terminado. De alguna forma, el mensaje que pretendía transmitir hacía referencia a ese retroceso en las condiciones de vida de trabajadoras y trabajadores determinado por la pérdida de derechos y de libertades. Algun poder en alguna parte debió considerar que estábamos yendo demasiado lejos. 

Producido el daño, logrado el objetivo, una de las consecuencias habría de ser, por lógica, la pérdida del poder político de la derecha. Lo razonable sería que quienes han sido perjudicados dieran la espalda a los agresores. Ahí entra en juego la paradoja. Por eso es importante desnudarla, mostrarla tal como es, una pura engañifa.


El mensaje es bien sencillo. Nos han llevado hasta límites inaceptables de retroceso. Han utilizado para ello el miedo y el engaño a dosis semejantes. Completarán el plan previsto si, además, el daño causado no les manda a la oposición durante años. Evitemos que lo consigan. Será la única forma de recuperar lo esquilmado, reducir la desigualdad agigantada y volver a la senda de progreso.