lunes, 14 de enero de 2019

EL POLVORÍN ANDALUZ

La nueva mayoría que parece va a conformarse en el Parlamento de Andalucía (y cuya primera decisión será, por lógica, investir a Moreno Bonilla como Presidente de la Junta) es una mezcla altamente inestable. Tengamos en cuenta que el adhesivo principal ha sido, como los líderes de las tres formaciones de derecha se han encargado de verbalizar, "echar al PSOE A" del Gobierno andaluz. Bien, conseguido ese objetivo, lo acordado entre PP y VOX, por una parte, y por PP y Ciudadanos, por otra, no son sino en la mayoría de sus puntos declaraciones genéricas que ya veremos el alcance real que tienen. La agenda oculta tal vez les una más, pero esa tiene el problema de que no puede mostrarse sino en sus consecuencias últimas, en la pérdida efectiva de derechos, ya veremos si también de libertades. Así que la cohesión de esta circunstancial complicidad anti puede comenzar a diluirse al minuto siguiente del nombramiento de Presidente, disparo de salida de las elecciones municipales en nuestra Comunidad (con repercusiones más amplias también en otras).

En los próximos tiempos, pues, es de esperar un guirigay creciente que, con toda seguridad, llegará a un punto de imposible continuidad. Será entonces cuando se rompa el acuerdo y cada cual (PP, Ciudadanos y VOX) recoja frutos y espinas de sus respectivas acciones y de la percepción que de ellas se haya sabido proyectar sobre la población. La disputa, por el camino, dará a buen seguro momentos de un interés extraordinarios. Barrunto, además, esperpentos varios.

En la oposición, conviene diferenciar entre PSOE A y Adelante Andalucía. Esta segunda fuerza está acostumbrada (en su vertiente clásica que representa IU, o en la más reciente de Podemos) a ser oposición. Su papel seguirá siendo cómodo en ese sentido. Otra cosa es lo que tenga lugar en las tripas de la coalición, donde, por lógica, tiene que haber gente cuestionando que esta unión temporal de organizaciones (sí, sí, como las UTE's de la política) haya resultado una buena idea. Desde luego, no, viendo los resultados en pérdida de votos y escaños. En este caso, la unión no ha hecho la fuerza, antes al contrario. Y, en consecuencia, tiene que haber militantes (tanto en Podemos, cuanto sobre todo en IU) que aboguen por la restitución de la situación anterior. Así que aquí también habrá tormenta porque, habida cuenta los resultados sucesivos, la tendencia de esta opción (la conjunta) es claramente a la baja. Y eso siempre genera nerviosismo que deviene en disputas.

El PSOE A tiene por delante todo un reto. Hay una gran cantidad de sus dirigentes que nunca han estado en la oposición. Solo han hecho política desde el poder, perspectiva muy diferente a la que ahora se asoman. Por otro lado, hay una clara divergencia en el seno de la organización sobre cuáles han de ser los planteamientos en temas esenciales, también de ámbito autonómico, pero sobre todo nacional. No digamos ya sobre el modelo de funcionamiento del propio Partido (tema para una entrada en exclusiva). Con seguridad el debate, siendo como es el Partido Socialista una organización muy disciplinada, más allá de escaramuzas inevitables, quedará emplazado al periodo posterior a las elecciones locales. Más conviene unificar ante la amenaza que divergir en pos de una imprescindible renovación que podría resultar conflictiva, cuanto menos. Otra cosa sería que se asumieran responsabilidades, pero no parece por lo que se va viendo.

He aquí, por tanto, el cóctel ideal para que la erupción(es) se produzca en cualquier momento y con cualquier resultado tectónico. Otra cosa no, pero que va a estar entretenido el panorama es seguro. Ojalá haya alguien pensando y actuando en pro de los intereses de las andaluzas y andaluces, con mucho que perder visto lo visto y oído lo escuchado. Hace frío en estos días, no obstante conviene arremangarse.


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