viernes, 21 de marzo de 2014

NADIE DUDA DE QUE ESTAMOS SUFRIENDO LAS MAYORES AGRESIONES...

Cuando digo nadie, obviamente hago una generalización no absolutamente correcta, quito a los engañados, a las engañadas, el resto, incluidas aquellas personas autoras de las mentiras que logran despistar (esas son, con seguridad, las que mejor conocen el calado del daño, el procurado y el conseguido) saben que esa afirmación no puede albergar dudas.

Cuál sea el origen causal del porqué de este retroceso en derechos, servicios y libertades colectivas no nos ocupará en esta entrada. Tengo mi tesis, pero necesitaría demasiado espacio para exponerla y argumentarla. Por contra los efectos, reales, tangibles, subsiguientes a los procesos y las estrategias que los han generado, son fácilmente perceptibles. ¿No?

Relacionar uno a uno esos derechos, esos servicios, esas libertades perdidas no creo que sea necesario. Sin duda cada cual tiene en su cabeza, seguramente por orden de afección a su propio entorno, una retahila larga como una lista de compras del mes. Ahorrémonos, por tanto, explicitarlas. 

Ahora bien, si como sostenemos es cierto que esas agresiones son muchas (y añado, graves), lo que se pregunta uno a continuación es cómo hay que reaccionar cuando no se está de acuerdo con esas pérdidas, más aún cuando lo que se defiende y promulga es crecer en derechos, en servicios y libertades colectivas.

Durante la transición, los poetas, las poetisas, entre otra gente del arte, derramaron su palabra para alumbrar caminos hacia la incipiente libertad. Muchas de sus letras se convirtieron en canciones, otras veces la canción usó poesía pretérita que reivindicaba esos mismos horizontes de justicia social. Sirva como ejemplo este poema de Gabriel Celaya musicado e  interpretado por Paco Ibáñez en el famoso concierto en el Olympia de París de diciembre de 1969



https://www.youtube.com/watch?v=-W3rQ0jWnFY

En ella encontramos, con la inusitada fuerza del verso y la música, la respuesta. Es así de fácil, así de difícil, así de comprometido... ¿No lo creen ustedes?


4 comentarios:

  1. En estos días, durante la agonía y tras la muerte de Adolfo Suárez, se está recordando la Transición y, por supuesto, destacando el papel jugado por él. En cualquier caso, tampoco hay que olvidar a otros partícipes en el proceso: Carrillo, Felipe, Alfonso, etc.

    Sin embargo, sin restar importancia a lo anterior, estoy convencido de que ninguna estrategia hubiera conducido al éxito conseguido sin el empuje de la ciudadanía que entendió se daban las circunstancias para conseguir lo que durante 40 años tantos sacrificios, cárceles y muertes había causado: la democracia, la libertad, la igualdad, etc., ese conjunto de valores que le habían arrebatado.

    Fue, a mi entender, esa determinación de la ciudadanía, la que propició (obligó) a todas las fuerzas políticas y sociales a sentarse hasta encontrar la salida al túnel en el que el fascismo nos había metido. Y se encontró, a pesar de la dificilísima situación política, social y económica en la que estábamos.

    A lo que planteas en tu blog, estoy convencido de que la solución, como ya se ha demostrado y hemos vivido, no vendrá sin la voluntad decidida de la ciudadanía, en la calle como dice el genial Roto, desparramando dignidad, esa que las fuerzas dominantes no cesan en quitarnos cada día.


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  2. En alguna ocasión escribí que este país tiene una vergüenza. Permitió la muerte en su lecho de un dictador sanguinario responsable de un daño de dimensiones históricas a esta España nuestra y a sus gentes. Mientras a nuestro alrededor, las democracias traían progreso, libertades... Aquí las gentes se instalaban en el atraso, la degradación social colectiva. Aquí la asfixia. Pero no fuimos capaces de derrocarlo.

    La llegada de la democracia fue posible también gracias a gente como Suárez y eso hay que agradecerlo. De hecho, se inmoló en aquel duro trabajo de aplacar a los fascistas que perdían el control del poder en tanto legalizaba a todo el arco político. Conseguir la normalidad podría parecer poca tarea. Pero no, fue un esfuerzo ingente.

    Ahora bien, aquella transición no puede borrar la culpa de un régimen, de unas personas, de unos golpistas, de los lacayos dé la dictadura. Esa justicia que ya es imposible, salvo en lo referido a la restauración del buen nombre de tantos y tantos, de tantas y tantas que cayeron en defensa de la legalidad democrática o luchando contra la dictadura.

    Nada se nos dio, en todo caso, se nos devolvió.

    Y ahora, vuelven a quitárnoslo y, lamentablemente, aquella vergüenza histórica pareciera repetirse.

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