Echo en falta a mi partido. Las agrupaciones locales debieran estar, en estos momentos, bullendo de actividad y debate. En primer lugar, sobre la necesidad de dotarnos de nuevas herramientas de control interno para evitar, hasta dónde ello es posible, los casos de corruptelas y para, en el caso de que se produjeran, automatizar las medidas a tomar desde el primer minuto. Ojo, incluyo en estas, a modo de propuesta (por difícil que sea su concreción), la restitución de quienes, tras la actuación pertinente, queden exonerados de responsabilidad. Siendo esta cuestión importante, la de la honestidad interna, más aún lo es cuanto está sucediendo en la esfera internacional. Hoy, con firmeza renovada, el socialismo democrático debe plantar cara al autoritarismo zafio que se impone y extiende a una velocidad preocupante. La falta de respuesta, espontánea o dirigida, de la opinión pública nos debe cargar de responsabilidad. Alguien tiene que hacer ver lo que está pasando y debe promover todos los mecanismos necesarios para contrarrestarlo. Uno de ellos, tal vez hoy el más necesario, sea la protesta pública, el echarse a la calle. Y quizás debiéramos empezar por apoyar la posición de nuestro presidente del Gobierno, de no sumisión, ante el otrora amigo americano. ¿Qué es eso de imponer porcentajes de gasto militar a las democracias europeas? Con el añadido irónico de que lo exige para poder venderles armas made in USA (estas sí, no como los teléfonos) a esos mismos países. ¿Qué es eso de amenazar al que no se pliega, haciéndolo además con un lenguaje de matón de barrio? Puede que el presidente del Gobierno español aparezca en las fotos en un extremo. No nos confundamos, es el rincón de la dignidad democrática. Y detrás de esa postura, el PSOE debe estar contundente y firme. Que no nos callen los autócratas.
sábado, 28 de junio de 2025
domingo, 22 de junio de 2025
THE MILITANTS DEAD
El futuro apocalíptico en el que los militantes de las organizaciones políticas y sindicales han desaparecido por una pandemia que afecta a la conciencia, a la participación, al debate, a la acción, transformando todo eso en un pasado muerto divisado desde un árido páramo, ya es presente. Ha llegado.
La dirigencia, favorecedora del contagio, no encuentra ahora discrepancias internas, más allá de algún refugiado en bunker propio que, de tanto en tanto, lanza un mensaje crítico para poder mantenerlo.
El resto es silencio. Ocurren cosas en el mundo. Muy graves. Que afectan a principios elementales de determinadas ideologías y debieran, en consecuencia, provocar reacción. Pero no, nada se mueve. A lo sumo, en el interior de los espacios blindados, que los hay, se perciben susurros fantasmales. Países que atacan de manera unilateral a otros países, cebándose además con las poblaciones civiles agredidas. Son actos criminales a los que asistimos en primera línea en nuestras pantallas. Tal vez con una bolsa de palomitas en la mano. Y allí donde se puede liderar la protesta, la lógica, necesaria, humana protesta solo se escuchan palabras que suenan manidas, insultantes para cualquier inteligencia superviviente. Es fácil en ese territorio decepcionante caer en la tentación de convertirse en eremita. Encerrarse en una burbuja personal y familiar, donde quepan, todo los más amistades íntimas, y practicar aquello que, sin romper nuestro pensamiento (guardado a manera de utopía en un cofre) nos produzca satisfacción aun con la penitencia del ostracismo.
Y hay que romper esa tela de araña tejida a nuestro alrededor. Reivindico de nuevo espacios de encuentros, de reflexión crítica, de propuestas, de activismo.
Hoy el Partido Socialista Obrero Español corre un riesgo cierto. No me preocupa por la organización. Me preocupa por la gente que puede perder una herramienta esencial para la lucha por los principios más elementales que el socialismo defiende, debe defender: la justicia social, la igualdad, la libertad, la democracia, el respeto (en muchos casos la recuperación de lo degradado) del medio ambiente..., también la honestidad coherente. Y es que al partido, esa organización de mujeres y hombres en cada aldea, en cada pueblo, en cada ciudad que defienden esas ideas compartidas se le ha inducido el coma. No existe. Hoy solo hablan los gobernantes, los que ocupan puestos institucionales... La militancia, otrora mantra para alcanzar el poder en la organización, permanece inerte.
Lo que ha ocurrido con dos secretarios de organización consecutivos, Ábalos y Cerdán (al tal Koldo lo percibo más bien como instrumento) debiera estar produciendo en todas las sedes, en todas las casas del pueblo, una conversación, un debate en busca de la manera de devolver al partido aquella condición de organización activa y ética que mencionábamos.
Lo menos que algunos dirán es que soy un resentido. No importa. Por suerte, existen los espejos y uno puede mirarse sin tener que desviar la vista. No conseguiré nada. Nada se va a mover. A estas alturas soy pesimista. Suerte que conozco La Historia Interminable. Por eso sé que basta un grano de luz para volver a conformar todo un universo. Ya lo dice uno de los mejores cuentos jamás escrito: Levántate y anda.