martes, 16 de octubre de 2018

EL PARTIDO POLÍTICO LLAMADO "CIUDADANOS" O LA HIPOCRESÍA

En el complicado paisaje político mundial, en el que populismos de derechas sobre todo, que coquetean con posturas xenófobas, autoritarias, machistas..., van adquiriendo cada vez mayor auge por el apoyo electoral de buena parte de la población, es frecuente oír a comentaristas y tertuliadores complacerse con el hecho de que nuestro país no haya sufrido (aún, al menos) ese fenómeno. Y es cierto, aquí la crisis de los llamados partidos tradicionales (derecha e izquierda clásicas), PP y PSOE, da lugar al surgimiento de Podemos, por un lado, y Ciudadanos por otro. Ninguno de ellos presenta, a priori en sus líderes y sus propuestas verbalizadas, características que los acerquen a un Salvini, a un Trump o un Bolsonaro.  

Rasquemos un poco. ¿Cuál es la característica que mejor define lo que de común puedan tener los casos mencionados? Creo que Trump lo resumió bastante bien cuando dijo aquello de "America first" (por cierto, ya les vale lo de denominarse América, en realidad son "iuesei"). A partir de la definición de un "nosotros" al que el líder representa, en oposición a un "ellos" que solo quieren aprovecharse de nosotros, de nuestro esfuerzo, se construye toda una cultura política que conjuga miedo y odio para producir una veneración racionalmente inexplicable. Esta raíz común, que lo convierte en embrión de aquello, sí que la tiene y la enarbola "Ciudadanos" (sé que a mucha gente esto del lenguaje le parece un tema menor, pero yo insisto, ¿y las ciudadanas?). Ese nacionalismo español, que cae, por cierto, en el error de no considerar españoles y españolas a quienes en Cataluña (imagino que en cualquier otro territorio igual) defienden la independencia, es una suerte de disfraz destinado a camelar a cuantas más personas, mejor. Y aunque el PP de la Hispanidad y la romanización intenta jugar en ese mismo terreno con declaraciones ridículas de su Presidente (que va a durar, ya se verá, lo que un caramelo en la puerta de un colegio), la matriz original de esa envoltura centralista tiene en este nuevo cuño copiright ciudadano.

Ciudadanos es el culmen de la licuefacción política, proceso capaz de permitirle la adaptación a cualquier contenedor. Es una forma de hacer política muy vieja. Siempre se la llamó hipocresía. Véanse si no, las veces, los foros, las múltiples formas en que Rivera dijo que no haría a Rajoy presidente. Y oye, que da igual que eso esté grabado con tu voz, donde dije Diego, digo Roquefort y aquí paz y después gloria.

Ahora es un tal Marín (político carismático y de masas) quien afirma (Rivera bendice) que nunca hará (no llega a decir, como he hecho) Presidenta de la Junta a Susana Díaz, aunque sepa (esto se deduce de sus palabras) que va a ser su formación, el PSOE A, la más votada. Y vuelta a la hipocresía. No eran estos los que afirmaban que la estabilidad, la gobernabilidad pasaba por dar respaldo a la lista con más votos. En fin, por mucho que sepamos que esta categórica negativa previa es tan líquida como todas las anteriores, ya cansa. Uno no puede dejar de preguntarse: ¿esta gente hipócrita y embustera es de fiar? Pues va a ser que no.

https://www.youtube.com/watch?v=I0JynppdGAs

martes, 9 de octubre de 2018

LA CULTURA DE LAS PRIMARIAS

En un sistema político en el que la dialéctica entre formaciones diferentes adquiere a veces categoría de enfrentamiento, es fácil entender que cuando los comicios son internos, por ejemplo en las primarias, se tienda a repetir el esquema y el proceso, que debiera ser el de cotejar propuestas que devienen después asumidas por el colectivo, se convierte en realidad en confrontación permanente (a veces con tintes cainitas). 

El colmo de esa deriva desnortada pasa por desear (no digo ya promover) la derrota electoral del que fuera contrincante interno en el correspondiente proceso electoral general. El siguiente escalón, el de convertirse en "independiente" o conformar una nueva formación alternativa, es ya una deriva distinta.

El sentido de los procesos internos, que al ser repetidos en el tiempo procuran las correcciones ideológicas o de praxis necesarias, pasa por determinar qué alternativa programática y personal cuenta con más respaldo interno en un momento determinado. Sin renunciar a la defensa de los propios postulados "perdedores" en los foros adecuados, la lógica de una organización pasa por el agrupamiento en torno a la solución mayoritariamente respaldada. 

No seamos ingenuos. No es fácil. Me atrevería a decir que la prueba de fuego del convencimiento democrático, por encima de la aceptación de la victoria electoral de otros partidos, es la de la victoria electoral interna de otro de los nuestros. 

La pluralidad de pensamiento y propuesta en una organización política es piedra angular de su propia supervivencia, la cohesión y la necesaria unidad son condiciones sine qua nom.

Los ismos, los istas deben desaparecer tras cada proceso de primarias. Ahora, por ejemplo, en Andalucía se ha disuelto el Parlamento y convocado elecciones. Lo que toca desde el Partido Socialista es aunar esfuerzos, tras la dirección regional que encabeza Susana Díaz, para lograr que la izquierda que representamos continúe gobernando en nuestra comunidad. Por dos motivos. El primero porque, a pesar de la crujía que ha significado la crisis económica (inducida, sigo defendiendo), la opción ejecutada ha sido la de contención hasta donde ha sido posible de nuestras prioridades igualitarias, además en solitario por el abandono del gobierno Rajoy, y en cuanto se ha iniciado una tímida recuperación, restañar, recuperar, avanzar. El segundo porque lo que representa hoy por hoy la oposición política en Andalucía es una peor propuesta, con peores liderazgos.

Toca pues, como tantas veces ha hecho este partido, arremangarse y empujar todos juntos, todas juntas. Y las primarias, ya se sabe, siempre para mejorar la organización, jamás para romperla.