La última de mis publicaciones, antes de acometer el proceso electoral a la Secretaría General del PSOE Huelva, quedó interrumpida por el dolor de los atentados de Barcelona (hoy Barcelona continúa doliendo, por aquellas muertes, por el presente inaudito). Solo el título permaneció: "LA VENTAJA DEL PODER". Ahora que el proceso de recogida de avales terminó, tengo mucho más conocimiento de cuán grande era esa ventaja, al tiempo, de cuán necesario es un cambio en profundidad.
Queda claro, aquello que defiendo está hoy en posición minoritaria. Sean cuales sean las razones, nuestra candidatura no obtuvo el número de avales suficientes (dejaremos para otra ocasión la cuestión de las irregularidades y el recurso pendiente). Hubo más militantes dispuestos, dispuestas a dar su respaldo público para convertirlo en candidato al hasta ahora Secretario General que a quien suscribe. E, insisto, más allá de los motivos, ese dato, sin ser desde mi punto de vista el equivalente a una elección mediante voto secreto, y por lo tanto libre, sitúa la posición de continuidad como mayoritaria.
No puedo sino lamentar que no se haya llegado al acto de votación que constituye la razón última de este proceso. Mucho habrá de hablarse sobre ese empeño por acogerse a la Transitoria Primera de los Estatutos solo con la finalidad de dificultar la aparición de alternativas al poder existente. Véase que, en aquellas provincias donde no repetía en su aspiración el anterior Secretario General, la anterior Secretaria General, el reparto de avales ha sido algo más equilibrado. Por mucho que se empeñe en negar tal condición, el aparato, como estructura coordinada, existe y ejerce su capacidad de presión, no tanto por cuestiones teóricas, ideológicas o programáticas, cuanto por supervivencia en el poder (por mucho que este sea referido a una parcela muy pequeña).
Tengo que confesar que cuando una persona (y otra, y otra, y otra...) te espeta aquello de "no puedo avalarte, aunque sí te votaré", y explicita que la aparente contradicción es debida a presiones de cualquier tipo (cuando no a algo aún más deleznable como el engaño), las convicciones se zamarrean hasta un punto casi de fractura. Solo el fuerte anclaje reflexionado, comprometido, puede aguantar tormentas de ese tipo. Es mi caso. Y advierto a quienes quieran ver en esta descripción (somera, no crean, podría ser más cruda) de los mecanismos autoritarios una especie de "mal perder" que pinchan en hueso. Recomiendo entonces un mirarse a los ojos ante el espejo, si después de eso se mantiene impasible ese discurso, solo me cabe dar la enhorabuena (¡ya eres un político, una política profesional!, cabría decir).
En cualquier caso, desde esta posición hoy minoritaria, no vamos a abandonar la defensa de nuestras ideas, de nuestro modelo, porque lo entendemos mejor, más justo, más útil para los propósitos del socialismo. Nadie espere melancolía, ni debilidad.
Pd: En minoría, peno no solo. Agradezco a las más de 500 personas que me avalaron su confianza, reconozco su valor, comprometo permanecer en la senda, como uno más de quienes caminamos en pos del ideal socialista. Un fuerte abrazo.