sábado, 26 de octubre de 2024

NINIS EN POLÍTICA

 Ante todo, una premisa esencial: aborrezco las generalizaciones indiscriminadas. Así que cuanto se diga en este artículo no pretende reflejar a la totalidad. Hay casos y casos. Ocurre que ya abundan en demasía los NINIS en política y eso tiene consecuencias visibles.

¿De quiénes hablo cuando utilizo esa expresión (que no pretende ser despectiva sino descriptiva)? Pues a aquellas personas que entran en el engranaje de la actividad política ocupando un cargo remunerado, sea en el partido o en alguna institución, sin que tengan experiencia laboral previa ni puesto de trabajo al que retornar. No han trabajado fuera del ámbito político y tendrían que buscar un empleo si salieran de él.

Es evidente, entonces, que no solo (si lo hacen) defienden unos ideales, un programa que los concreta (en ocasiones, incluso, ni eso), sino también (o solo) un puesto de trabajo. Puesto de trabajo que, en casos determinados, conlleva además un cierto estatus, cierto poder. 

¿Qué consecuencias puede tener esa dependencia en lo laboral? La más inmediata, la falta de libertad a la hora de levantar la mano para dar una opinión propia contraria (o simplemente diferente) a la del aparato. En casos extremos, para poder decir (pueden surgir muchas razones para hacerlo) me voy, lo dejo. Habría de ser uno muy coherente, incluso muy valiente me atrevería a decir, para echarse al frío que hace fuera. Surge de esta manera uno de los grandes problemas: el servilismo (nada que ver con la lealtad).

Por si tal cosa no fuera suficientemente destructiva en una fuerza política, añadamos un ingrediente más. Para quienes ostentan el mando en la organización en cada momento, ese servilismo de las lentejas no es suficiente. Aderezan con la mediocridad. Que nadie me sobresalga. La gente más capaz acaba cayendo en muchos casos por el camino. No son expertos en medrar ni en manejar hilos que se asemejan a los conspirativos. Sus credenciales son otras. Podrían ayudar en la gestión de la cosa pública, impregnados como están de ideas en coherencia con lo enunciado. Son traicionados, con un café por medio, para repartirse las que ellos consideran prebendas y no instrumentos de mejora de la vida conjunta. 

Aviso. Como las plagas de chinches en la grama, esos personajes van dejando el campo seco. Cada vez más reducido el verdor, donde siguen anidando, cada vez más alejados del común, distintas especies se escupen entre sí, aunque no acaban de comerse. 

Durante la transición, pocos políticos llegaban con las espaldas descubiertas y el currículum laboral vacío. Eso se ha ido perdiendo con el tiempo. Hoy las cosas son bien distintas. Por supuesto hay más factores que explican eso que se da en llamar desafección, pero este no deja de ser uno de ellos. Entretanto, la ciudadanía asiste a espectáculos bochornosos. Tal vez, en la mini era de las redes sociales eso constituya seña de identidad.

Terminaré como empecé. Hay personas que, sin experiencia laboral previa, ni trabajo al que regresar tras su paso por la actividad política remunerada, tienen una extraordinaria valía. A veces, combinada también con un enorme talento. Suplen la falta de experiencia con la inteligencia, la ilusión y el compromiso. Afirmo que son los menos. Conviene distinguirlos. Y cuidarlos. 





sábado, 19 de octubre de 2024

PERO ¿QUÉ NOS ESTÁ PASANDO?

 Tengo la costumbre de almorzar viendo el noticiario de RTVE "24 Horas". No es mi única fuente de información, pero sí la visual por excelencia, la que me pone ante la imagen que otros han descrito con palabras. Y enrollo sin especial maestría los espaguetis y me los llevo a la boca sin que las arcadas aparezcan. Y me avergüenza más el que no me avergüence hasta el vómito aquello que contemplo que el hecho en sí. Lo que está ocurriendo en Oriente Próximo, lo que sucede en Ucrania, aquello que acontece en tantos lugares del mundo donde el horror está presente con una crueldad que yo quisiera inhumana es tan execrable que me sorprendo hasta la vergüenza de poder seguir como si nada, en tanto, el titular de que han muerto 33 personas, la mayoría niños y personas ajenas a cualquier lucha armada, a causa de un bombardeo israelí sobre un campo de refugiados (y van...) sucede a aquel otro relativo al asesinato o "la muerte" (sin más causa desvelada) de Yahia Sinwar -principal acusado de los ataques criminales del 7 de octubre- que aparentaba proporcionar una excusa para el alto el fuego (era, se supone, el principal objetivo israelí).

¿Dónde quedó aquella muestra de ética colectiva que supusieron las manifestaciones del No a la Guerra? ¿Dónde estamos quienes en aquel momento nos echamos a la calle para exigir el fin de una iniquidad? ¿Qué nos está pasando? ¿Cómo es posible que estemos tan anestesiados, hasta el punto de contemplar sin reacción alguna la negación del estatuto de refugiado a los saharauis deportados, por entregas, a Marruecos? 

Leo más sobre los discursos criminales de la extrema derecha que sobre la rebelión del ciudadano corriente ante tanta crueldad. Pero sigo comiendo sin que se me agrie el estómago. Supongo que el paso siguiente será cambiar de canal y, en lugar de 24 Horas, comenzar a ver una serie, cuanto más banal, mejor. 

O no, o igual determinadas organizaciones, que pueden, integradas por personas que aún no han perdido la decencia ni la conciencia de eso que llamamos humanidad, levantan la mano, convocan a la ciudadanía y, en un gesto, de ética básica, se vuelve (nos volvemos) a echar a la calle, a concentrarnos todos los días ante la sede de quienes llevan a cabo desmanes criminales. Es un débil hilo de esperanza, porque sé que el enemigo es fuerte, pero al que debemos sumarnos si queremos seguir defendiendo algo tan elemental como la Declaración de Derechos Humanos. 



Diferentes, aunque no lo suficiente, formas de contar lo ocurrido.


viernes, 11 de octubre de 2024

EN EL SACROSANTO NOMBRE DE LA MILITANCIA SOCIALISTA

 Elaborar un discurso, promover una iniciativa, o simplemente esbozar algunos manidos eslóganes en el sacrosanto nombre de la militancia del Partido Socialista Obrero Español. Nada nuevo. Nada que no sea utilizado por unos y por otros. Arrogarse la representación de la totalidad desde una posición de grupo es una constante en todas las formaciones políticas. Tampoco en esto, el PSOE es una excepción. 

La dialéctica normal enfrenta a quienes controlan los mecanismos de poder (Ejecutivas, Comités) con aquellos que están fuera. Los primeros tienen la ventaja de poder colocar a sus componentes (sean estos dirigentes o seguidores) en cargos electos o designados, con lo que consiguen reforzar su posición de dominio. Es en los momentos en que esos cargos devienen insuficientes por la pérdida de apoyo electoral cuando la parte opositora tiene chance para invertir los papeles. Para ello, lejos de argumentar una posición propia, diferenciada y con programa y método, se recurre al "clamor" de la militancia. "Clamor" que, hasta ese momento (expresado en Congresos, Comités o procesos de primarias) aupaba a los empoderados. Recurrir a llamamientos a la unidad se convierte entonces (también por parte y parte) en una suerte teatralizada de panacea destinada a reverdecer los laureles perdidos.

De vez en cuando, algún despistado proveniente del desierto, sin capacidad real para cambiar esas dinámicas, grita "basta" y propone un proyecto, ilumina un camino a recorrer, las manos en las empuñaduras, pero sin desvainar; el ojo mirando de soslayo, pero sin perder la senda. El llamamiento está destinado a un aparente fracaso. Nadie parece seguirlo, el anacoreta vuelve a su cueva, tal vez con sensación de hartazgo. El fragor que pretendía evitar sigue resonando. Sucede que ciertos álguienes sí siguen su discurrir, hacen suyo el mensaje, intentan llevarlo a la práctica y consiguen ser gotas de agua en un mar de aceite, el cerco a su alrededor está limpio, allí pueden hacerse bien las cosas. 

No es que sea suficiente. Lo ideal sería que los principios esenciales de la participación democrática se impusieran hasta sus últimas consecuencias. No deja de ser una utopía, pero qué es una utopía sino un imposible que nos indica hacia dónde ir. 

La situación actual del PSOE, en el marco de un sistema democrático que hoy tiene una complejidad mayor que nunca, es difícil. Hay quienes quieren utilizar la inmediatez, sino de los tiempos, como excusa para el presentismo resultadista. Y, de paso, eliminar complejos, tediosos, lentos procesos de reflexión y participación (esencia de un partido político). Esa estrategia tiene consecuencias. Me permito señalar dos de ellas, desde mi punto de vista, relevantes. Una: a veces, se acierta y se toman medidas útiles, positivas para el conjunto de la población, pero no siempre. En cualquier caso, la realidad arroya y ya estamos en lo siguiente. Otra: la organización se diluye, pierde su sentido. No puede pervivir solo desde la nostalgia o el utilitarismo coyuntural. 

La ecuación resolutoria es compleja, matemáticos no nos faltan. Tal vez sí, tiempo. Tiempo para el debate y la construcción (entonces) cooperativa. Y la verdad, no sé (también es verdad que no creo) si el modelo actual de partido sobrevivirá mucho tiempo sin quedar en el escaparate como aquellas marionetas desmadejadas, perdida su utilidad por falta de movimiento.

Eppur si muove...   


¿RECUERDAN?